El abogado Pedro Pablo Marrero, muy conocido y querido en Mallorca, falleció ayer a los 75 años aquejado de una patología neurodegenerativa, la enfermedad con cuerpos de Lewy.

Marrero contaba con despacho propio de abogados en Palma, Marrero Henning. Fue cónsul general de Irlanda, así como decano del cuerpo consular en el archipiélago desde finales de los años 80. En 1983, fue vicepresidente del Parlament balear y diputado del Grupo Regionalista de les Illes. Polifacético, también ocupó la presidencia de la Federación Balear de Golf. No en balde, fue el promotor e impulsor del torneo de golf de Diario de Mallorca. Su vinculación con esta cabecera iba incluso más allá, pues fue consejero de Editora Balear, es decir, la empresa editora de este periódico.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, recaló en Mallorca con 26 años, después de conocer a la que después se convertiría en su esposa, Montse Fuster, a quien conoció en Granada cuando él cursaba estudios de Derecho y ella de Filología. Se casaron en 1970 y tuvieron tres hijos, Mercè, Pedro Pablo y Lourdes. Con otra pareja tuvo otro hijo, Jacobo.

La familia despedirá en la más absoluta intimidad a Pedro Pablo Marrero y descarta a causa de la situación pandémica celebrar a día de hoy algún tipo de acto en su memoria.

Tras dedicar su vida a la abogacía y la diplomacia como cónsul de Irlanda y decano del cuerpo consular, se jubiló a los 69 años, en 2014, con la satisfacción del deber cumplido. Le gustaba definirse como «canariorquín», aunque Pedro Pablo Marrero Henning también tenía por parte de madre ascendencia alemana. Cuando era pequeño aprendió alemán e inglés, dos idiomas que le abrieron muchas puertas en Mallorca, donde se instaló en 1972 con su mujer, la fundadora y presidenta de Amadip Esment.

En 2012 con su madre en Canarias.

En 2012 con su madre en Canarias.

Marrero se metió en política y llegó a ser vicepresidente del Parlament durante la primera legislatura de la democracia, en la que se encargó la redacción del reglamento de la Cámara Autonómica. Sin embargo, duró poco más de un año y lo dejó para dedicarse de lleno a la abogacía porque vio que la política no era para él. Se presentó con el Partido Demócrata Liberal de Garrigues Walker, que acudió a las elecciones en coalición con UM bajo el nombre de Grupo Regionalista de les Illes, Marrero como número dos en la lista autonómica.

Al abandonar la política, el entonces embajador de Irlanda en España le ofreció el cargo de cónsul, ya que tenía relaciones personales con algunos estamentos de este país, por lo que le ofrecieron la posibilidad de representar los intereses de Irlanda en Balears y aceptó encantado.

Como abogado, y gracias al conocimiento del alemán en aquella época, ha tenido numerosos clientes alemanes que venían a Mallorca a invertir. Él vivió el proceso desde que la isla era un lugar de vacaciones al que «solo iban las chicas de la limpieza a los años en los que Mallorca pasó a ser la mejor Alemania». Contaba en una entrevista que la percepción cambió para ser «la isla de Claudia Schiffer, Schumacher, etc».

Su paso por el decanato del cuerpo consular fue una experiencia muy enriquecedora en la que aprendió mucho tanto a nivel profesional como humano. Entre sus funciones, estaban establecer cauces con las instituciones y trabajar para que fuesen fluidas las relaciones entre los cónsules y los representantes políticos.

Su pasión por el golf le llevó a ser presidente de la Federación Balear, una oferta que consideraba muy importante para la mejora de la calidad de vida y turística de la isla que le acogió durante casi medio siglo.