En un arriesgado sacrificio de dama dentro de su partida de ajedrez contra el coronavirus, Francina Armengol suprime el ocio prenavideño mallorquín hasta el lunes 21 de diciembre, con la esperanza incierta de preservar el núcleo de la Navidad. Al pasar de los indicadores mal importados de Alemania, porque se aplican a municipios sin población suficiente para ser de utilidad, a la realidad cotidiana de la isla, se observa que se necesitan menos de 165 casos diarios para salvar las fiestas. De lo contrario, se consolidará la fase cuatro de riesgo extremo, que condena de hecho cualquier celebración según los criterios acordados por el propio Govern. La presidenta se ha anticipado a este jaque mate con un confinamiento parcial.

El parámetro impuesto en todo el mundo por el virólogo alemán Christian Drosten, a través de Angela Merkel, mide el número de nuevos contagios por cada cien mil habitantes en las dos semanas anteriores a la fecha en cuestión. Mallorca ha empeorado sensiblemente en este índice, con 260 frente a los 213 de una media española que la isla mejoraba notablemente durante el mes de noviembre. El ingreso en la fatídica cuarta fase se sitúa en 250.

Dado que la población de Mallorca asciende a 924.000 personas, la frontera de los 250 quincenales por cada cien mil habitantes se alcanza con 2.310 nuevos contagios en el plazo de dos semanas. Dividiendo por los catorce días así comprimidos, se obtiene una cuota de 165 casos diarios incorporados a la estadística de enfermos, como límite para entrar en una situación extrema. Cabe recordar que la cuarta fase del semáforo covid supone toque de queda a las diez, prohibición de reuniones sociales y estrangulamiento de la restauración.

La presidenta ha anticipado la fase de máximo riesgo con la vista puesta en preservar las fiestas

Con la entrada de diciembre, Mallorca ha superado ampliamente la cuota de 165 casos que dispara la luz roja. La valoración está fechada en el próximo martes 15, aunque Armengol se refirió ayer al 14 por error o por la picardía de evitar un día laborable en que tradicionalmente se registran más nuevos contagios.

La isla se pasea ya al borde del precipicio de los 165/250. En el pronóstico epidemiológico del catedrático Luis Álvarez para el Cercle d’Economia, la tendencia no es favorable a evitar el riesgo extremo, porque la proyección de contagios diarios se sitúa para Mallorca nítidamente por encima de los 165. Sin embargo, los vaivenes constantes permiten apostar a cualquier resultado, con independencia de las medidas sumarísimas adoptadas ayer por Armengol.

Por una vez, Sánchez había situado a Balears a la altura ejemplar de Canarias en el manejo de la crisis del coronavirus, declarando territorios exentos a ambas. De ahí que exista un ingrediente adicional de traición a la confianza del presidente del Gobierno. La tímida esperanza brotó ayer de los contagios diarios, 162 en toda la comunidad que liberan por tanto a Mallorca de la opresión de los 165. La coincidencia con un día posterior a un festivo enfría la alegría, que se recobra al observar una tasa de prevalencia del cinco por ciento, muy moderada en una jornada no laborable.

Semáforo rojo

El Govern ha caído en su propia trampa. Concibió un semáforo covid no tanto para estimular el cumplimiento de las restricciones como para descargar la responsabilidad de la celebración de las Navidades sobre los hombros de los ciudadanos. En aquellas fechas de noviembre parecía inimaginable la deriva que ha sufrido Mallorca, y que la sitúa al borde de unas limitaciones más endurecidas que un confinamiento en plenas Navidades.

Para zafarse del yugo de su propia normativa, Armengol aludió ayer a que «hay otros indicadores» al margen de los nuevos casos. En realidad, un solo incumplimiento activa el cambio de fase insular, al igual que ocurre con los también obsoletos semáforos europeo y español. La presidenta se ha saltado el semáforo en rojo y ha vuelto al modelo híbrido. 

Previsión de los nuevos casos diarios de covid