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Boulevard | Catherine Zeta-Jones, de Miss Magaluf a Señora de s’Estaca

Gran idea, sembrar las escasas zonas rurales de Mallorca con placas metálicas altamente contaminantes, que nadie retirará cuando fracase el negocio a su alrededor

Zeta-Jones, a la izquierda en sus primeras vacaciones españolas. Diez años después fue Miss en un hotel de Escarrer.

Nuestra leyenda negra insiste en que Mallorca no concede segundas oportunidades. En tal caso, Catherine Zeta-Jones es la historia de una excepción. Ahora que se cumplen veinte años de su matrimonio con Michael Douglas, y si fueran meses estaría por encima de la media de Hollywood, cabe recordar que la actriz galesa ha sido la Cenicienta sin salir de la isla. 

En la imagen del Instagram de la actriz que hoy nos ilustra, la protagonista de El Zorro aparece junto a sus padres en sus primeras vacaciones en nuestro país, a los cinco años. Sí, abajo a la izquierda. Observarán que la familia británica se desplazaba en bicicleta, la hija solo se mueve hoy en reactor privado y en especial con la pandemia. Sin embargo, nos interesa un viaje posterior.

Zeta-Jones, abajo a la izquierda en sus primeras vacaciones españolas. Diez años después fue Miss en un hotel de Escarrer.

Zeta-Jones tenía quince años cuando aterrizó en Palma en el verano de 1984, de nuevo junto a sus padres. Viajó en un avión atestado, su destino era un hotel de tres estrellas de Magaluf. El establecimiento pertenece a la escudería de Gabriel Escarrer, y los animadores del recinto organizaron el clásico concurso de belleza entre las clientas. Pueden imaginar que venció la futura esposa de Douglas, el primer galardón de su carrera. 

Tres lustros después, la actriz me confiaba en s’Estaca que nunca depositó excesiva confianza en su cuerpo. Al someterse a un casting para protagonizar El Zorro, «telefoneé a mi madre y le dije que ‘si esto es un concurso de belleza, te aseguro que no ganaré’». Dado que en aquel momento me encontraba a un palmo del cuerpo citado, me limité a tragar saliva mientras ella me desafiaba, «¿de verdad os dan miedo las mujeres fuertes?» 

Estaba a punto de culminar el tránsito de Miss Magaluf a Señora de s’Estaca, recuérdelo antes de denigrar gratuitamente el turismo de Punta Ballena. La actriz era consciente de su fortuna cambiante, porque me confió que « yo estaba en la base de Hollywood, una desconocida recogiendo las sobras». Entrevisté a Zeta-Jones en su futuro palacio, el día antes de que Douglas le declarara amor eterno, y no es la única vez que me ha pasado. 

Para los escépticos, Zeta-Jones solo llamaba aquella tarde «mi mejor amigo» a un Douglas que llevaba un año persiguiéndola por todo el mundo. El sí de la actriz fue tan inesperado que tuvieron que avisar a la «mejor amiga» oficial, Maureen Dowd, de que cancelara su viaje ya contratado de Nueva York a Mallorca. La mejor columnista de Estados Unidos desde el New York Times, se consoló ganando un Pulitzer aquel mismo 1999. Pude entrevistarla antes de que se emparejara con Aaron Sorkin, el guionista de El ala Oeste. Quién pudiera asistir a una conversación entre ambos.

Necesito compartirles una duda que me corroe. ¿A cuántos clientes del año pasado han telefoneado personalmente los hoteles de lujo, para mantener el contacto, tal vez para amarrar una reserva? Demasiado trabajo, si puedes plantar un ERTE y echarte a dormir. 

Gran idea, sembrar las escasas zonas rurales supervivientes de Mallorca con placas metálicas altamente contaminantes, que nadie retirará cuando fracase el negocio a su alrededor. Una nueva central térmica sería menos dañina, pero el cálculo nunca fue el fuerte de los ecologistas. Las soluciones medioambientales aceleran la destrucción del planeta, al ser encomendadas a los mismos conglomerados que nos han conducido a la extinción.

Lo mismo sucede con el tren sacrosanto, ese implacable consumidor de territorio y, desde esta semana, de arbolado. La doctrina de la tala salvaje de pinos en Marratxí obedece a una ley infalible de George Bush, «hay que suprimir árboles para evitar los incendios». No quiero ni imaginar los berridos progresistas si el crimen ecológico llevara la firma del PP. 

Vean Mank, si pueden soportar tanta belleza. David Fincher bordea la perfección, aunque se desinfle en el choque crucial entre el guionista Hermann Mankiewicz y el monstruo Orson Welles, bregando por amarrar el crédito de guionista de Ciudadano Kane. En efecto, el actor ocupó la barrera del Coliseo Balear, toreaba Andrés Vázquez.

Reflexión dominical experta: «Hi ha experiències que ens transformen en una persona que necessita viure’n d’altres» (Guillem Frontera, Quadern d’Ifitry).

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