Los pocos padres que ayer desafiaron el mal tiempo y la amenaza de lluvia para llevar a sus hijos a los parques infantiles cerrados desde el pasado mes de septiembre coincidieron en calificar la restricción que se levantaba como una medida poco comprensible, injusta y contraproducente. "Si el virus se contagia preferiblemente en los lugares cerrados, si nos están diciendo que hay que ventilar las habitaciones y las escuelas, ¿por qué decidieron cerrar los parques infantiles?", se pregunta Selma, una madre que no desaprovechó la oportunidad para que su hija de cuatro años volviera a disfrutar del cosquilleo en la barriga al tirarse por el tobogán o balancearse hasta el extremo más alto del columpio. "No se entendía muy bien que aplicasen esta restricción aquí cuando en otras comunidades con incidencias más altas que la nuestra como Madrid los parques han permanecido abiertos"; añadió.

La opinión de Juan Carlos, que contemplaba cómo su hijo gozaba del castillo del Parc de ses Estacions, no difería de la de Selma. "Han sido dos meses demenciales porque los niños necesitan gastar energía y relacionarse entre ellos. Además, mi hijo es hiperactivo y ha sido como tener a un león enjaulado", confesaba este progenitor que admite que la reapertura ha sido un "alivio para los padres. Que jueguen, que se cansen, pero que sobre todo se relacionen entre ellos".

Carmen, que acompañaba a sus sobrinos en su retorno a su lugar de juegos favorito, hacía una lectura un poco más crítica, exonerando eso sí de toda culpa a quien no la tiene. «Creo que a los niños se les ha penalizado más que a los adultos, que han podido seguir tomándose un café en los bares o ir a cenar a una terraza», diferenciaba. «Pero también hay que hablar de los padres, que pienso que deberían haber sido más responsables con las medidas de higiene y seguridad que debían mantener sus hijos en los espacios abiertos y que, en muchas ocasiones, no han cumplido», repartía responsabilidades Carmen.

El BOIB de ayer recordaba que los parques infantiles y los espacios de uso público al aire libre permanecerán abiertos desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche en los cuatro niveles del semáforo que marcará las restricciones. Tan solo en el cero se permitiría abrirlos de noche, aunque la recomendación es cerrarlos.

Vuelve el humo a las calles

Fumar en la vía pública vuelve a estar autorizado, con algunos matices, desde ayer.

Aparte del fin de esta restricción, ayer también terminaba la prohibición de fumar en la vía pública. Kiko apuraba ayer un cigarrillo en una zona del parque sin niños alrededor. Su hábito no es tan adictivo como para ofuscarse con la limitación ya que concedió que "si esta medida ha servido para frenar la expansión del virus, ha merecido la pena". No obstante, a continuación admitió que durante su vigencia la ha contravenido "en un par de ocasiones. Pero siempre ha sido en espacios abiertos en los que no había gente alrededor porque sigo sin entender qué daño se causa a los demás en estas situaciones", se justificó.

Como recordó ayer el BOIB, continúa prohibido fumar en las terrazas, en movimiento y, en general, cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad de dos metros.