Miguel Ángel Miranda, del Grupo de Investigación de Zoología Aplicada de la UIB, revela que este año han comenzado una búsqueda activa de la presencia del virus del oeste del Nilo en parques naturales y urbanos de las islas

Un virus que recuerda que se trasmite a los humanos a través de un mosquito que haya picado a un ave llegada de África con el patógeno y que este verano ha matado a siete personas en Andalucía. «Si no hubiéramos tenido el coronavirus, estos fallecimientos hubieran despertado mucha más alarma», considera.

«Hemos realizado este año 18 muestreos en parques urbanos y en todos ellos había presencia de mosquitos. Y también hemos empezado a realizarlos en el parque natural de sa Dragonera. El trabajo lo ha hecho Rafael Gutiérrez, investigador postdoctoral contratado gracias a una beca Margalida Comas. ¿Por qué en los parques naturales? Porque en ellos podemos encontrar aves migratorias que pueden transportar algunos de estos virus desde África a Europa. Estas aves pueden ser picadas por hembras de mosquitos que actúan como vectores de trasmisión a los seres humanos que pasean por estos parajes», explica.

Capturan los mosquitos con trampas que contienen anhídrido carbónico (CO2) para imitar la respiración humana y luz para atraerlos. Luego congelan los mosquitos a menos 80 grados antes de ser enviados a algún laboratorio fuera de las islas para que los analice y ver si son portadores del virus.

Trampas con CO2 para imitar la respiración humana y luz para atraerlos ya han sido colocadas para atraparlos

«Hay varios laboratorios que analizan este tipo de virus, el del Carlos III sin ir más lejos. Estas muestras en sa Dragonera se recogieron a lo largo de cuatro noches de los pasados meses de septiembre y octubre. Pero hasta principios del año que viene no sabremos nada. Carlos Barceló, un profesor ayudante del Grupo (de Investigación de Zoología Aplicada) va a pasar unos meses de estancia en Alemania durante los cuales se encargará de que un laboratorio analice los mosquitos recogidos en puertos, aeropuertos y parques urbanos y naturales. Con la prioridad, claro está, de detectar el virus del oeste del Nilo», revela.

«Los veterinarios vigilan que no se produzca una afectación entre los caballos (en los equinos este virus provoca una enfermedad neurológica que este año en Andalucía ha provocado la muerte de 70 ejemplares), los parques naturales que no haya una mortalidad excesiva de aves, los centros de salud que no afecte a los seres humanos y, por último, nosotros nos centramos en el mosquito, vector de la trasmisión a las personas», concluye el investigador.

¿Ha propiciado el confinamiento una mayor presencia del mosquito tigre?

El zoólogo y entomólogo Miguel Ángel Miranda descarta que el abandono de las segundas residencias haya favorecido la proliferación de la especie. Y eso pese a que en Cataluña se ha llegado a afirmar que en este año en el que se confinó a la población en los meses de marzo y abril se ha notado una mayor presencia del mosquito tigre por el abandono que sufrieron las segundas residencias, con acumulaciones de agua donde el díptero acostumbra a criar no resueltas por la ausencia de sus moradores, Miguel Ángel Miranda no otorga mucha credibilidad a esta apreciación. 

«Aquí (en Mallorca) al menos no lo hemos constatado. En primer lugar porque no podemos acceder a residencias privadas para verificarlo. Y creo que la afirmación de una mayor presencia del mosquito en Cataluña se debió a las informaciones recogidas en una aplicación móvil», diferenció. «Aquí no se ha detectado ninguna incidencia respecto al aumento del mosquitos tigre»,reiteró el investigador que atribuyó más a percepciones personales que reales el hecho de que algunos baleares hayan notado más este año su presencia. Una percepción, añadió, ligada muchas veces al entorno en que residen.

Científicos de la UIB confirmaron el primer foco estable de esta especie invasora en Mallorca, en el municipio de Bunyola, en septiembre de 2012. No habían pasado ni ocho años desde su primera detección en España, en Cataluña en concreto, en 2004. Desde entonces, se ha convertido en una molestia para residentes y turistas que visitan este archipiélago.