Naviera Armas Trasmediterránea está en la cuerda floja. La compañía desmentía a principios de noviembre que se encontrara en situación de preconcurso de acreedores. Nada más reconocía que por la crisis de la pandemia y para preservar su liquidez había iniciado «conversaciones» con los representantes de sus principales bonistas para refinanciar los bonos con vencimiento en 2023 y 2024.

A mediados de esta semana trascendía que había acudido a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales para solicitar su rescate a través de una inyección de fondos públicos. Su director de Relaciones Institucionales, el expresidente canario Paulino Rivero, explicaba que, al igual que otras empresas de sectores estratégicos, estaban trabajando en un plan de reestructuración de deuda para hacer frente a la situación provocada por la pandemia. Y el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, confirmó el viernes que la naviera canaria, presidida por Antonio Armas, sigue los pasos de Air Europa y dijo que desconoce los detalles o la cuantía del apoyo público solicitado por la compañía canaria. Ha trascendido que está pendiente de al menos unos cien millones de euros.

Desde Balears se sigue con atención el vaivén de la naviera centenaria presidida por Antonio Armas, cuya fundación está ligada a Mallorca de la mano del magnate Juan March. Desde el Govern ni siquiera se plantea que pueda llegar a desaparecer. «Su continuidad no se está cuestionando, ni por nosotros ni por parte de la compañía», afirma Xavier Ramis, director general de Transporte Marítimo y Aéreo.

Trasmediterránea al rescate

Trasmediterránea, fundada en 1917, es la compañía de bandera y de referencia para el transporte de pasajeros y mercancías de la comunidad balear «y lo sigue siendo fundamentalmente», continúa Ramis. En 2019 en Balears transportó un millón de pasajeros y el 50% de las mercancías, además de las peligrosas, para lo que cuenta con barcos específicos. «Es imprescindible para la conectividad» de las islas.

Este diario ha tratado de ponerse en contacto con la naviera, pero finalmente Rivero ha declinado dar declaraciones. La naviera, siguiendo con sus últimos días de desmentidos, negó esta semana que el archipiélago balear estuviera padeciendo retrasos en la llegada de mercancía no perecedera por reducir los barcos que envía a las islas.

Desabastecimiento

Ezequiel Horrach, presidente de la Asociación Empresarial de Mercancías de Balears, se quejaba del abastecimiento de las islas, pues al dejarse camiones en tierra al preferir llenar buques más pequeños se producen retrasos. Los transportistas están a la expectativa ante una subida de precios de hasta el 6%, que tendrían que repercutir en el consumidor final.

Trasmediterránea tiene una deuda acumulada de unos 800 millones de euros –600 millones en bonos y 200 en créditos bancarios– agravada por el impacto de la covid en el transporte marítimo.

Naviera Armas, fundada en 1941 en Lanzarote, adquirió Trasmediterránea en 2017 a Acciona, por 388 millones. La compañía canaria se convirtió así en la mayor naviera de España y una de las mayores de Europa en número de buques de pasajeros y carga.

Trasmediterránea al rescate El 'Ciudad de Ibiza' terminó bajo poder de la URSS y acabó hundido tras un ataque alemán en 1942.

Está por ver si el Grupo Armas logrará sacarla a flote. 2020 ha sido un año fatídico también para el transporte marítimo. El año pasado, según datos de la Autoridad Portuaria de Balears, el tráfico de pasaje ascendió a más de 9,8 millones: 6,8 millones de pasajeros en régimen de transporte y más de 2,6 millones en cruceros.

El pasado septiembre el tráfico de líneas regulares fue de unos 464.000 pasajeros, casi la mitad que el mismo mes de 2019. En el acumulado de doce meses (4 millones), la caída es del 42%. En el caso de los cruceros, sector paralizado, el descenso fue del 73%.

Respecto a las mercancías, el tráfico total en septiembre se redujo un 26%, con 988.409 toneladas. Y en el acumulado a doce meses la bajada ha sido un 22%, con 12,8 millones de toneladas.

El resto del verano, con una temporada turística inexistente, el tráfico marítimo, ha lastrado a las navieras, como ha ocurrido con las aerolíneas. En julio la caída de pasajeros en líneas regulares fue del 34% (unos 702.400 viajeros) y la de mercancías un 23% (1,3 millones de toneladas). Y en agosto, los pasajeros disminuyeron un 29% (cerca de 917.000 viajeros) y la carga un 21%(1,4 millones de toneladas). A esto hay que sumar las restricciones durante el estado de alarma, de marzo a junio.

En Balears no cabe imaginarse un panorama sin Trasmediterránea en activo, una compañía que transporta más de cinco millones de pasajeros anuales, con una flota de 40 buques que opera más de cien conexiones de pasaje y carga en las rutas de Balears, Canarias, Ceuta Melilla, Marruecos y Argelia, según datos de la naviera.

En el otro lado está la valenciana Baleària, su competidora desde que inició su andadura en 1998, con 30 buques –con el 90% de la flota en propiedad–. La compañía que preside Adolfo Utor transportó en 2019 cerca de 4,5 millones de pasajeros. En el caso de Balears, el año pasado su número de pasajeros rozó los dos millones y 320.156 camiones, informa la compañía.

«Baleària es una naviera joven y moderna y Trasmediterránea la tradicional», resume Manuel Aguilera, especialista en temas navales. La compañía se constituyó en Barcelona, el 25 de noviembre de 1916, con la fusión de cuatro navieras. El 1 de enero de 1917 inició su singladura. Sin embargo, su artífice, siempre en la sombra, fue Juan March Ordinas, que en 1917 era propietario de la compañía marítima mallorquina Isleña Marítima. March logró hacerse con la mayoría de sus acciones, controló la sociedad a través de hombres de su confianza y designó presidente a Ernesto Anastasio Pascual, que estuvo en el cargo veinticinco años. En 1977 sus herederos la vendieron y fue nacionalizada, hasta su privatización en 2002, cuando fue adquirida por Acciona.

Después «una naviera más pequeña se comió a la grande y eso es muy difícil», dice Aguilera. «No me extrañaría que con el tiempo se la quede un grupo internacional, como el italiano Grimaldi», agrega.

Mientras tanto, la centenaria Trasmediterránea tiene que sobrevivir al rescate. Detrás quedan sus mil historias: sus barcos fueron prisiones flotantes en la Guerra Civil, transportaron judíos a Nueva York en buques que regresaban a Europa con suministros para los alemanes, fueron confiscados por la URSS y participaron en la repatriación de españoles cuando se proclamó la República de Guinea Ecuatorial. Ahora es ella la que necesita ser salvada. En caso contrario, la joven Baleària se quedaría con todo el pastel.