Envejecer durante la pandemia está suponiendo un camino lleno de obstáculos con consecuencias que todavía no se han manifestado en su totalidad. Las personas mayores afrontan un «deterioro» físico y emocional después de meses de confinamiento y soledad. Pero las malas noticias no se han terminado: el virus ha incrementado los episodios de ansiedad, depresión y trastornos del sueño que allanan el camino a un aumento de suicidios entre esta capa de la población. 

«Los efectos sobre la salud mental de la pandemia podrían ser profundos y además hay advertencias de que las tasas de suicidio entre las personas mayores podrían aumentar. Es probable que el suicidio se convierta en una preocupación urgente», subraya la psiquiatra Isabel Flórez en el Anuario del Envejecimiento, un documento presentado ayer en la UIB y que este 2020 está impregnado de covid.

Miedo y ansiedad

Esta experta cita dos antecedentes en los que una pandemia fue seguida de una subida de suicidios entre la población de más edad. Y apunta que la elevada mortalidad que la infección provoca entre este colectivo dispara su ansiedad. «Esta situación de peligro físico tuvo una importante repercusión para la salud mental de las personas mayores que vivieron mucho miedo y ansiedad», afirma Flórez.

«Es clave planificar una respuesta interdisciplinaria de alcance amplio, y desarrollar estrategias de prevención del suicidio. Hay que tener en cuenta que las consecuencias para la salud mental estarán presentes durante más tiempo que la pandemia real», sentencia esta psiquiatra.

Mortalidad

Un 40% de defunciones en residencias en la primera ola

El Anuario consta de casi 500 páginas y propone un recorrido por los problemas -algunos nuevos, otros agravados- que la población mayor de 65 años tiene que gestionar en un contexto sumamente difícil. «El 93% de los fallecidos por covid en Balears tenían más de 60 años», destacó Ferran Dídac, geógrafo y asesor del Anuario. 

Han sido los más castigados por la pandemia, y vivir en una residencia ha supuesto -y supone a día de hoy- un riesgo añadido. «Ha sido dramático. El 40% de las muertes durante la primera ola tuvieron lugar en residencias», abundó este experto. A día de hoy la mortalidad en estos centros se acerca al 50% en el archipiélago.

«Ya desde el mes de febrero vimos que se trataba de una enfermedad que genera una problemática con consecuencias muy importantes entre los mayores: soledad, problemas de movilidad, el hecho de ni siquiera poder ir a comprar. El virus ha destapa situaciones muy graves y no todo el mundo ha podido afrontarlo igual porque no todos han tenido una casa en condiciones o la opción de ir a una residencia», indicó Dícac.

Residencias

Ayuda al domicilio como alternativa a unos centros cuestionados

Las residencias han estado en el ojo del huracán. «Ahora hemos descubierto que hay gente que vive ahí», ironizó Carmen Orte, catedrática de la UIB y directora del Anuario.  «Y nos hemos empezado a preguntar en qué estado estaban, por qué se ha producido tanta mortalidad. Pero quiero recordar que las residencias, como otros muchos lugares, no estaban pensadas ni preparadas contra una pandemia», añadió la ex directora general del Imserso.

Sofía Alonso, directora insular de Gent Gran del IMAS, aludió a la «doble victimización» que han sufrido los más mayores. «No nos hemos acercado a ellos para no contagiarles o para no contagiarnos nosotros mismos, ha sido muy duro», destacó. Y sugirió una «alternativa» a las residencias: «Hemos comprobado que la ayuda a domicilio es una opción muy positiva porque baja el riesgo de contagios y además es donde la gente quiere ser cuidada».

Alonso esgrimió una encuesta realizada a 1.800 personas en Mallorca en la que solo un 4% dijo estar dispuesto a vivir en una residencia de manera permanente.

Un físico devaluado 

Aumentan los ingresos en Son Espases por roturas de cadera 

La pandemia pasará factura a la salud mental de la población mayor, pero también a su estado físico. Durante meses los recursos humanos y materiales de Son Espases han estado volcados en la batalla contra la Covid descuidando, entre otros servicios, la atención a los problemas de osteoporosis, una afección muy común entre los más mayores y particularmente entre las mujeres. «Va a haber más roturas de caderas. En Son Espases atendemos ahora entre ocho y diez casos por semana», advirtió Maria Magdalena Femenías, doctora de medicina interna del hospital de referencia.

Antes de la pandemia Son Espases puso en marcha un plan para agilizar los tiempos de espera para operarse una rotura de cadera. Sin embargo, la pandemia lo echó todo al traste. «Se suspendieron las intervenciones y se operaba cuando se podía. No podemos arreglar algo y dejar que otras cosas se deterioren más», reflexionó Femenías.