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Matilde Fernández: «La covid ha roto muchas costuras del traje del Estado de Bienestar»

«Con las residencias hay demasiada dispersión normativa. Debería acordarse un marco estatal»

Matilde Fernández, exministra de Asuntos Sociales.

La trayectoria de Matilde Fernández (Madrid, 1950) deja claro su compromiso como miembro del PSOE, de la UGT y feminista. Fue una de las primeras ministras de la democracia, al frente de Asuntos Sociales entre 1988 y 1993, en el Gobierno de Felipe González, dejando huella con sus propuestas para la reforma del sistema de pensiones o la creación de los viajes del Imserso, además del impulso a las políticas de igualdad, entre otras cuestiones. Ya jubilada, Fernández no renuncia a la lucha en aquello en lo que cree, como los derechos humanos a través de Acnur o la Asociación contra la Soledad no deseada que preside.

La conferencia que pronunciará en la UIB apela en su título a la necesidad de revisar las políticas hacia los más mayores tras el coronavirus. ¿Qué considera prioritario cambiar?

Hay que revisar cómo se han realizado algunas cosas, que se han hecho a veces sin alma y sin colocar a la persona como el centro de las políticas. A veces el centro ha sido la norma o el contenido. Por ejemplo, se presenta la construcción de una residencia como una política, cuando la política no es eso, sino quién va a estar en esa residencia. Necesitamos una nueva mirada en toda Europa y desde luego en España.

¿En el caso de España en dónde debería poner el foco esa nueva mirada?

En una década tanto en Europa como en España el 25 por ciento de la población será mayor de 65 años. Es prioritario poner en valor los cuidados. En España durante muchos años los cuidados han estado en manos de las mujeres sin ninguna remuneración. Después se dio un salto hacia la profesionalización, pero sin darle demasiada valoración. Tanto en Europa como en España el desarrollo deberá estar ligado a los cuidados.

¿El estallido del coronavirus ha demostrado que en nuestro país el Estado del Bienestar carecía de la mínima fortaleza para aguantar?

Hubo una especie de pensamiento colectivo de que en pocos años habíamos recuperado en este ámbito el tiempo perdido durante 40 años de dictadura. En Europa habían comenzado tras al II Guerra Mundial, pero aquí no. De algún modo estábamos satisfechos, pero cuando llegaron las crisis económicas y la alternancia política, con la llegada al poder de partidos para los que el Estado de Bienestar no era lo más prioritario, se fue debilitando. Se cayó en este ámbito en una anorexia política. Cuando ha llegado la pandemia, el traje del Estado de Bienestar ha estallado por muchas costuras.

¿Cuál ha sido la peor en su opinión?

El que se haya dejado a un lado las políticas sociales a mí me ha provocado una especial frustración. Es prioritaria la sanidad, la educación... pero hay servicios sociales que se han cerrado. En eso hay territorios que lo han hecho mejor que otras. Por ejemplo Balears lo ha hecho mucho mejor que lugares como Madrid. Pero en definitiva te das cuenta de que se sigue sin ver servicios sociales como algo fundamental y que no hay convicción respecto a la transversalidad que es necesaria. Hay mucho por hacer. Por ponerle un ejemplo, en el ámbito turístico debería plantearse hacer los hoteles de forma más humana, de tal modo que ese 25 por ciento de la población europea que será mayor de 65 años vea positivo vivir temporadas largas en sitios como Balears.

«Me ha provocado especial frustración que con el coronavirus se haya dejado a un lado las políticas sociales»

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¿Seguirán los viajes del Imserso tras la pandemia?

Tienen que seguir, por supuesto. Incluso creo que podrían programarse para todo el año, y no solo en temporada baja. Es una cuestión que debería plantearse en el ámbito europeo. Debemos planear una sociedad del cuidado y eso incluye un turismo especialmente atento a la persona, a los que se hacen mayores, discapacitados... Insisto en que se trata de colocar a la persona en el centro de las políticas.

El coronavirus ha provocado que saliera a la luz el mal estado de muchas residencias de la tercera edad. Además, son centros especialmente vulnerables ante la pandemia. ¿Qué consejos daría?

En España hay 5.417 centros residenciales con 373.000 personas viviendo en ellos y con 200.000 trabajadores. Estas cifras reflejan que es un sector importante que hay que cuidar. Hay varias cuestiones que creo que deberían afrontarse. Por un lado hay demasiada dispersión normativa tras el traspaso de competencias y creo que se debería acordar, con diálogo con las comunidades autónomas, un marco estatal que garantice los derechos fundamentales de los residentes que sirva como denominador común para todas. Además, hay un exceso de residencias en manos privadas, que a veces no tienen a las personas como prioridad, y debería contarse con un plan de inspección específico. A ello uniría una mayor especialización en todos los que trabajan en las residencias y mayor participación de los familiares. Otra de las cuestiones en las que yo trabajaría es en que las habitaciones de las residencias sean distintas, con muebles que recordaran a los residentes su vivienda, que la sintieran como su hogar. En general y en este ámbito, uno de los retos de nuestro país es tener más y mejor democracia.

¿Qué opina sobre los problemas que está habiendo para el acceso a la renta mínima?

La renta mínima es una iniciativa eficaz. Lo que ocurre es que se ha puesto en marcha demasiado rápido y no ha dado tiempo ha tenerlo todo listo, a lo que se ha unido la dificultad de la pandemia.

«Pedro Sánchez resiste muy bien las dificultades, pero yo estoy acostumbrada a más pedagogía»

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¿Que balance hace sobre la gestión de Pedro Sánchez?

Son momentos difíciles para cualquier Gobierno y para encontrar soluciones en la actual situación es preciso también encontrar apoyo. Noto que los que gobiernan, sean del color político que sean, no tienen en otras formaciones como prioridad la búsqueda del bien común. El exceso de ruido, el que las ramas se conviertan en la raíz, me frustra. Nos va a costar mucho salir de la pandemia y de la crisis económica y sería importante hacerlo sin despellejarnos.

Veo que no opina sobre Pedro Sánchez. 

Diría de él que resiste muy bien las dificultades, pero yo estoy más acostumbrada a una mayor pedagogía en las intervenciones. 

El ministro José Luis Escrivá ha planteado reducir las prejubilaciones pactadas entre empresas y sindicatos en procesos como los ERE. ¿Está de acuerdo?

Creo que puede valer como mensaje pedagógico a los empresarios, en el sentido de que deberían evitar recurrir a esta vía para ajustar sus plantillas. Me parece bien como una reflexión global de que no debe abusarse de las prejubilaciones. Lo que sí creo es que hay que poner sobre la mesa el debate de que la gente empieza a trabajar a una edad más tardía y que en muchos casos se podría jubilar más tarde. Creo que es una cuestión que en algún momento habrá que plantearse, analizando bien cada tipo de trabajo, claro está.

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