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El empresario que se siente un perseguido

El empresario que se siente un perseguido

El empresario mexicano Alonso Ancira no está acostumbrado al menú de la cárcel. El presidente de la empresa de Altos Hornos de México, que se encuentra en la prisión de Palma, es uno de los magnates más importantes de su país, aunque mantiene un enfrentamiento con el actual presidente Andrés López Obrador.

El magnate ya fue detenido hace poco más de un año en el aeropuerto de Palma, cuando estaba a punto de subir a un avión privado para viajar a Canadá. En Mallorca es un visitante habitual, donde posee, entre otras propiedades, un espectacular yate amarrado en Port Adriano.

El empresario ya pasó un mes en prisión, pero consiguió salir tras pagar una fianza de un millón de euros. La fiscalía de México le acusa de dirigir una gran operación de fraude, a través de la venta de una planta de fertilizantes. Esta industria fue adquirida por la sociedad estatal Petróleos Mexicanos (Pemex). La planta pertenecía a la empresa que dirige Alonso Ancira y, según sostienen las autoridades judiciales de México, se vendió muy por encima de su valor. De hecho, se calcula que apenas valía 50 millones de dólares, porque era una planta que llevaba una década sin funcionar, pero la empresa pública abonó 500 millones.

El empresario se presentó el sábado ante la Policía de Palma después de que la Audiencia Nacional hubiera aceptado su extradición a su país. Ancira se ha dado cuenta de que cada vez falta menos para que el Gobierno acuerde la f echa de su traslado a México, para que responda de los delitos económicos por los que se le acusa. El empresario se siente un perseguido político, porque en la anterior etapa fue uno de los asesores más próximos al entonces presidente del país. Sin embargo, España no le ha reconocido esta condición que alega de perseguido político, sino más bien todo lo contrario. Se considera que los delitos que se le atribuyen son tan graves que merece que responda por ellos ante los jueces de su país.

Acostumbrado a sentarse en los principales restaurantes del mundo y hospedarse en los hoteles más lujosos, ahora no le queda más remedio que ir asumiendo que los próximos meses tendrá que dormir en la estrecha celda de la cárcel de Palma.

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