Perder tierra para captar sol

El Ejecutivo señala que los parques solares son «el mal menor» ante el cambio climático y hacen falta para lograr la autosuficiencia energética

Perder tierra para captar sol

Perder tierra para captar sol / MAR FERRAGUT

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Ya es un consenso casi unánime: nuestro sistema energético debe cambiar. Y para ello, entre otras cosas, hay que potenciar el uso de las energías renovables. También hay ya un plazo marcado: la Ley de Cambio Climático fija que para 2050 cada una de las islas tiene que ser autosuficiente en un 70%. Pero ahora mismo Balears es la comunidad con menor penetración de energías renovables: representan menos de un 3%. Y la emergencia climática, como su nombre indica, urge a actuar ya.

Hace dos semanas se presentó el parque solar de Son Corcó, que ocupa tres hectáreas de campo en Consell. En el contexto comentado en el anterior párrafo, es un paso en la buena dirección, sin embargo los grupos ecologistas tienen varios matices que hacer al proyecto: ¿Antes de ocupar suelo rústico, ya bastante machacado en nuestras islas, no podemos usar las cubiertas de los edificios, ‘solarizar’ los polígonos, los aparcamientos...?. Eso plantean entidades como el GOB y Terraferida, que subrayan que su cuestionamiento no es por tanto por el impacto paisajístico que suponen (que también), sino sobre todo por otros factores como la pérdida de territorio para uso agrícola o el riesgo de generar (de nuevo) un modelo de concentración empresarial, aunque en teoría las renovables iban a cambiar las reglas del juego y llevarnos a una descentralización.

«Vamos a un modelo descentralizado», defiende Ferran Rosa, gerente del Institut Balear de l’Energia, «vamos a pasar de depender de seis centrales a tener instalaciones por todos los municipios», explica. Señala que la intención es priorizar el uso de suelo urbano, pero razona que es algo complejo al involucrar a varios actores (y otros factores que con el suelo rústico no se dan) y que la emergencia climática por definición requiere rapidez. Igualmente, añade, ateniéndose a los objetivos fijados por el Govern el suelo urbano (las cubiertas de los edificios, grandes instalaciones y polígonos y los aparcamientos) el suelo urbano no basta.

«Además del suelo urbano, calculamos que necesitaríamos usar el 1% del territorio de Balears para lograr el 100% de la energía renovable que necesitamos», apunta, aunque ese porcentaje podría reducirse según avance la tecnología. «No se puede parar la penetración de las renovables en rústico, nos tenemos que acostumbrar si queremos parar el cambio climático y dejar de ser vulnerables e hiperdependientes del exterior», argumenta.

Recuerda que cada parque solar tiene 25 años de vida y que las placas simplemente están clavadas en el suelo, con lo que son «fácilmente desmontables» y el suelo continuará siendo rústico y aprovechable para uso agrícola si es el caso de aquí a 25 años: «Es el mal menor».

Rosa recuerda eso sí que, al tocar cuestiones de territorio, son los Consells quienes tienen el mandato de realizar una zonificación de cada isla, delimitando las zonas que son prioritarias para albergar parques por suponer menos impacto y ser más aptas (teniendo en cuenta por ejemplo si será necesario tirar cable e instalar torres o no). «Si no se planifica todo se acaba concentrando donde ya hay red para conectarse», indica.

Ahí el gerente del IBE coincide con las entidades ecologistas: si hay que ocupar rústico, que se haga siguiendo una planificación. Margalida Ramis, del GOB, demanda unos criterios claros y unificados entre Comisión Balear de Medio Ambiente, Consells y dirección general de Energía para llevar a cabo estas instalaciones en rústico: «Si quieres hacerte una casa están claros, pero para los parques no: el Consell de Mallorca ya va con retraso», denuncia.

A raíz del ‘megaparque’ que se quiso instalar en Santa Cirga (Manacor) de 56 hectáreas, el GOB, SOM Energia, ALCAIB y Amics de la Terra plantearon criterios y límites, como fijar unos máximos de territorio y potencia (ahora no los hay, aunque a partir de las 20 hectáreas es necesario obtener la declaración de interés general: «No hay ninguno de este tipo en tramitación», apunta Rosa); priorizar suelo urbano y espacios de rústico ya degradados; y excluir zonas naturales protegidas, como las ANEI (que ahora ya pueden usarse para parques solares según consta en el decreto de reactivación económica aprobado por la pandemia, denuncian desde Terraferida), y áreas de interés agrario.

Desde Terraferida ponen el acento en la pérdida que supone para la actividad agraria que el suelo rústico se use para instalar parques solares. Jaume Adrover recuerda que en cuanto a abastecimiento de alimentos también somos hiperdependientes del exterior. Señala que los parques reciben subvenciones y por eso son rentables y que el Govern y el Gobierno deciden poner las ayudas ahí como también podrían ponerlas en fomentar el sector primario y que a las fincas les fuera rentable el uso agrario. Como Ramis, demanda priorizar el uso de suelo urbano: «El 10% de la superficie de Mallorca está completamente urbanizada, usemos ese suelo». Adrover insiste: el rústico se impone básicamente por una cuestión de precio.

54 parques más en dos años

El de Son Corcó es el primero de los 55 parques solares que está previsto que se instalen en las islas en los próximos dos años. Ahora mismo hay 38 (35 de ellos en Mallorca). Desde el GOB advierten que en vez de avanzar hacia una descentralización del modelo y democratización de la energía se está produciendo una nueva concentración de empresas no locales. El año pasado ya avisaron que tras la mayoría de parques previstos estaban empresas de Navarra, Madrid y Barcelona y que cada una de ellas impulsaba varios proyectos. Terraferida denuncia que el grueso de las subvenciones se van a los grandes parques tras los que hay grandes empresas y reclama más ayudas para los particulares. 

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