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Entrevista

Pere Salas Vives: «Ahora muchos mallorquines se sienten españoles, pero antes no era así»

El autor sostiene que el papel de los ayuntamientos fue fundamental para que los isleños adoptaran la identidad española ya que ejercían de «puente» con el Estado

Pere Salas posa con su libro, editado por El Gall Editor.

L’espanyolització de Mallorca. 1808-1923 (El Gall Editor) es un libro de Historia con mayúsculas. A lo largo de sus 422 páginas, el autor desgrana con todo lujo de detalles y desde diferentes puntos de vista los factores que influyeron en la castellanización de Mallorca, desde la invasión napoleónica hasta la dictadura de Primo de Rivera. Un fenómeno, según indica el autor, que está vinculado a la necesidad de los Estados-nación de crear un sentimiento de pertenencia a una identidad nacional común.

¿Su investigación responde a un vacío historiográfico sobre esta cuestión o la intención era romper un tema tabú?

Las dos cosas. En Mallorca se había profundizado más en el estudio de la historia propia. A nivel de España se habían estudiado los nacionalismos periféricos, aunque últimamente se ha empezado a hacer lo mismo con el nacionalismo español. Y es que parecía que solo eran nacionalistas quienes iban en contra del nacionalismo español. En Mallorca había un vacío y la prueba de ello es el interés que ha despertado el libro. Faltaba una aproximación a este otro nacionalismo, el español, que es más potente. Se trata de poner sobre la mesa que existe un nacionalismo de Estado.

¿Cuál era la identidad de los mallorquines antes de esta españolización?

Es una pregunta compleja. A finales del siglo XVIII ya se había producido un avance del sentimiento identitario español, pero no había cambiado la cultura popular de la isla. Era una suma de identidades. En esta época los mallorquines dejaron de identificarse como catalanes para decir que eran mallorquines, aunque por encima de todo se sentían cristianos. Esta situación se mantuvo en el siglo XIX, pero la novedad de la españolización es que debía llegar a todo el mundo, ser exclusiva, arrinconando al resto de identidades. Es una identidad no neutra, basada en la etnia castellana. A partir de ese momento se identifica a todo el mundo con esta cultura castellana.

¿La españolización es un sinónimo de castellanización, en el concepto más amplio y no solo en el lingüístico?

Sí, pero va más allá. Es también hablar de una cierta creación de una identidad española. Va más allá de la cultura: es la creación de un sentimiento de pertenecer a una identidad que se llama España y de identificarse con todo el territorio estatal, a pesar de tener, como en el caso de Mallorca, otra cultura.

¿Este proceso de identificación castellana también se produce en los otros territorios del actual Estado español?

Sí, y también en toda Europa. Es un fenómeno vinculado a la modernización. En el siglo XX todos los habitantes de un estado deben tener una cultura común. Todos los Estados-nación quieren esta realidad, pero deben competir con otros nacionalismos internos y externos. En España, son los regionalismos, que son asumidos por el Estado. A partir de la pérdida de las colonias, el regionalismo se convirtió en nacionalismo en Cataluña y Euskadi, pero no en Mallorca, Valencia o Galicia, aunque no significa que no hubiese una resistencia que ha llegado hasta hoy.

Usted llega a la conclusión de que los mallorquines aceptaron de buen grado esta españolización. ¿Fue el factor que más influyó en la construcción de la nueva identidad?

Hubo diferentes factores. La expansión de la administración del Estado es fundamental, y se realiza a través de los ayuntamientos, que ejercen de puente entre el Estado y los ciudadanos. La expansión territorial a través de los ayuntamientos llega a toda la ciudadanía. Las elites se benefician del Estado porque a él deben su estatus. Los políticos locales hacen inteligible el lenguaje del Estado. La burguesía también le necesita para expandirse. Además, los sectores de la izquierda también demandan al Estado que otorgue la ciudadanía plena a todo el mundo, el sufragio universal. El Estado da servicios a cambio de deberes.

¿Cómo vivieron este proceso las capas populares, que apenas conocían el castellano?

No fue un proceso traumático, porque se dejaban espacios a la cultura popular, que pudo sobrevivir. En mi investigación, he constatado más demanda de españolización que rechazo entre la sociedad mallorquina. Hay una cuestión importante, y es que las identidades no son fijas. Hoy muchos mallorquines se sienten españoles, pero antes no era así. Los estados han intentado sacralizar y naturalizar la identidad, y he llegado a la conclusión de que lo han conseguido. Pero esto puede cambiar con el tiempo porque las identidades no son sagradas.

¿La irrupción de partidos ultranacionalistas españoles como Vox es una prueba de que la españolización de la isla está más que consolidada?

No exactamente. La extrema derecha es un fenómeno mundial y no significa lo mismo en Alemania que aquí, donde puede tener un significado clasista. En Mallorca se ven más banderas españolas que estelades, pero menos que en Andalucía, por ejemplo. Es una prueba de que la españolización no se ha conseguido totalmente, porque la etnia originaria de Mallorca y de Cataluña no es la castellana. El franquismo, a largo plazo, tampoco contribuyó a la españolización porque se hizo suya la idea de España, represaliando al resto.

¿Nos sentimos más españoles que mallorquines?

Actualmente sí. A partir de los años 60 hay un cambio importante, y es la llegada de mucha gente peninsular, que hoy ya son mallorquines. En el siglo XIX no era así, en Mallorca había más salidas que entradas de gente y el cambio identitario se produjo entre la población originaria de la Conquista. Es cierto que a raíz de la inmigración española y extracomunitaria la cultura popular ha resultado afectada. Hoy es difícil ir a una tienda en Palma y que te hablen en mallorquín, algo que era impensable en el siglo XIX. También es cierto que esto ha provocado una reacción por parte de grupos que sienten la necesidad de recuperar la lengua y la cultura originarias.

¿Qué beneficios e inconvenientes ha supuesto para Mallorca esta españolización?

Los beneficios propios de formar parte de un Estado, pero también la desventaja de imponer una cultura que no es la nuestra. Cifre de Colonya decía que formar parte del Estado implicaba tener más derechos sociales.

Algunos lectores críticos con su libro le han retado a escribir también sobre el proceso de catalanización de Mallorca. ¿Qué les responde?

Que compren y lean el nuevo libro de Antoni Mas, Llengua, terra, pàtria i nació, y que también lean mi libro, porque muchos opinan sin haberlo leído, y se nota mucho. Yo creo que la pregunta sería cuándo volveremos a recatalanizar Mallorca. Antes, los mallorquines decían que eran catalanes de Mallorca y durante siglos ha sido así.

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