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Despidiéndose de la barra del bar

En el Mercat de l’Olivar los bares, con el permiso de los inspectores de Salud, apuraron ayer su último sábado de vermuts y cañas

Loli Espases, encargada del mítico Bar del Peix.

Ni cañita con pincho de tortilla ni café rápido y de pie antes de entrar a la oficina: toca despedirse de la barra del bar, medidas anticovid obligan.

En el café Tulsa, abierto desde 1951 en la plaza Comtat del Rosselló, José Manuel González no oculta su enfado y desconcierto: «¿A qué viene esto ahora? No se entiende, ¿por qué pueden estar sentados ahí, pero no tomar algo en la barra?». Lamenta que la hostelería sufra restricciones continuas «y no reciba ninguna facilidad, mientras los gastos siguen siendo los mismos». ¿Teme un cierre total de los locales como en Cataluña? Ya se espera cualquier cosa: «Igual estamos con eso dentro de dos semanas».

Bartolomé Torrens, dueño de El Cocedero y Ostras.

En el Mercat de l’Olivar muchos de los bares y cafeterías existentes únicamente disponen de barra, con lo que sí o sí van a bajar la persiana hasta que se levante la restricción. Es el caso de Los Maños. «Pues a partir del lunes nos vamos de ERTE, qué vamos a hacer», resumía resignado Javier Esteve, el encargado del local, «con esto ya nos han matado». En su barra un cliente comenta a otro: «Y mientras la Armengol de fiesta». Apenas pasaron 48 horas entre que se hizo pública la noticia de la salida nocturna de la presidenta y el Govern anunció la clausura de las barras y eso escuece a los restauradores: «Es de vergüenza, debería dar ejemplo».

Javier Esteve, responsable de Los Maños.

Esteve entiende las restricciones por un motivo sanitario, pero no comprende las contradicciones: «¿Cierran las barras pero mi hijo puede estar en una clase con otros niños? ¿El bar de debajo de mi casa puede reunir a cientos de personas para ver el fútbol?».

En el Olivar los barras ayer aún funcionaban. Los inspectores de Salud bajaron y les indicaron que ya el lunes no podrían tenerlas abiertas. «Nosotros hemos empezado a trabajar hoy a las 5 de la mañana, con todo el género y el BOIB ha salido durante la mañana», razonaba Esteve.

Muchos bares y cafeterías únicamente disponen de barra.

Los clientes apuraban esa tregua con ganas, entre raciones de ensaladilla y tapas de calamares. En El Cocedero, en la zona de pescadería, también había ayer un buen ambientillo. El propietario, Bartolomé Torrens, estaba acodado en la barra que tendrá que clausurar comentando el tema con conocidos y clientes habituales.

Él encaja el golpe con más resignación que otros colegas y entiende que «lo primero es la salud», aunque también señala que eso debería suponer «que todo el mundo ponga de su parte». Torrens también es dueño del local de enfrente, de venta de ostras. Tiene algunas mesas, pero ayer el hostelero aún no tenía claro si le compensaba seguir abierto con tan poca capacidad. «Tendré que pensarlo esta noche y mañana... seguro que voy a soñar con ello», decía sin perder del todo la sonrisa pese a que este año ha tenido un 70% menos de clientela y tiene a ocho de sus doce empleados en ERTE: «Toca esperar a que esto pase, no hay otra».

Clientes ayer en la barra del bar Los Maños del Mercat de l’Olivar. El lunes tendrán que cerrar.

Uno de los locales más veteranos del mercado es el Bar del Peix. Cerrar la barra les supondrá perder más del 50% de su capacidad, apenas tienen cuatro mesas permitidas: «Las mesas altas cuentan como barra», explica Loli Espases, la encargada. Aún no sabe si los dueños decidirán tirar adelante con ese escaso margen de negocio o no. «Entiendo las medidas si son por salud, se ha de actuar, pero creo que algunas son muy drásticas y otras son muy ligeras», indica.

Ayer los clientes habituales le preguntaban qué iba a pasar: «Seguro que algunos intentarán venir el sábado que viene». Loli se despedía de los parroquianos habituales con cariño: «Me he alegrado de veros, ¡mucha salud!».

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