El Tribunal Supremo no ha admitido el recurso de casación presentado por Miguel Beltrán, catedrático de Filosofía de la Universitat (UIB), contra la sentencia de la Audiencia que lo condenó por un delito de coacciones a Lucrecia Borges, una profesora de su departamento.

La sentencia, que condenó al docente a seis meses de cárcel y a cumplir una orden de alejamiento por la que debe permanecer a más de 200 metros de Burges durante medio año y no comunicarse con ella en dos años, ya es firme. El fallo también condena al catedrático a indemnizar con 6.000 euros a la víctima.

En noviembre del año pasado la Universitat decidió trasladar a Beltrán de la facultad de Filosofía y Letras del campus al edificio de Sa Riera en Palma de forma cautelar y «en el seno de un procedimiento administrativo propio» a la espera de que la sentencia fuera firme, momento en el que se indicó que se tomarían otras medidas si fuera necesario cumplir la orden de alejamiento con «más efectividad». Ese momento ha llegado al no admitir el Supremo el recurso presentado por el catedrático.

En julio de 2018 Miguel Beltrán fue declarado culpable en primera instancia de un delito de acoso, por el que fue condenado a cumplir un año de prisión y se le impuso una orden de alejamiento.

El catedrático recurrió la sentencia y la Audiencia de Palma le absolvió del delito de acoso, pero estimó que los hechos probados sí fueron constitutivos de coacciones, por lo que fue condenado finalmente a medio año de cárcel y la citada orden de alejamiento de la víctima por un periodo de seis meses y la prohibición de comunicarse con ella durante dos años.

Según esos hechos dados por probados por la Audiencia, un ‘asistente personal’ de Beltrán (una persona ajena a la Universitat de les Illes Balears) se dedicó, entre 2014 y 2015, a perseguir y a hostigar a Burges por los pasillos de la facultad y por el campus.

La profesora recibió insultos

Esta persona también insultó a la profesora, llamándole «zorra» y «puta». La sentencia también indicó que la motivación última del catedrático era la de «presionarla a dejar su docencia de la asignatura Antropología».

Durante el juicio, la profesora narró, entre otras cosas, que le llamaban por teléfono a su casa y a su despacho y un hombre le decía: «Criminal, delincuente, te vamos a denunciar ante la prensa y en los juzgados, has plagiado tu tesis, vete de la UIB, se va a hacer justicia contigo».