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Las restricciones sanitarias ponen al borde del cierre a los clubs de la tercera edad

No pueden realizar actividades para su subsistencia, mientras sus asociados se marchan a las entidades vecinales que están permitidas

Rafel Verger (centro), junto a Joan Far y Bàrbara Amengual de clubs de la tercera edad.

Los clubs de la tercera edad de Mallorca están al borde del cierre al no poder hacer frente a los gastos de los locales. El principal motivo es que por las restricciones sanitarias no pueden realizar actividades que les generaban ingresos y sus asociados se marchan a disfrutar de las que organizan entidades vecinales y ayuntamientos que sí están autorizados a llevarlas a cabo. En las últimas semanas hasta cuatro clubs han cerrado por esta problemática en Mallorca.

«Las actividades nos permiten pagar muchos gastos para mantener nuestras entidades, además de ofrecer toda una serie de servicios a los mayores, como es el caso de combatir la soledad o que puedan hacer actividades físicas», aseveró el presidente de la Federación de Asociaciones de Pensionistas y Jubilados de Balears, Rafel Verger.

Joan Far, presidente de la asociación de la tercera edad de Son Rapinya indicaba: «No es de recibo que las asociaciones de vecinos puedan hacer actividades y nosotros no. El problema es que desde la conselleria de Salud nos asimilan a residencias de ancianos o centros de día para mayores y no tenemos nada que ver». Far reclamó un cambio de «perspectiva» por parte de las autoridades sanitarias.

El pasado martes las asociaciones de mayores se reunieron con la presidenta del Consell, Catalina Cladera, para buscar soluciones. Sin embargo, desde el Consell les comunicaron que, en base a las recomendaciones de Salud Pública, deben seguir cerrados los clubs de la tercera edad. En el área de Promoción Sociocultural del Consell de Mallorca les reconocieron que quien acude a negociar con Salud las restricciones sobre ancianos y la tercera edad es el Institut Malloquí d’Afers Socials (IMAS), organismo que gestiona las residencias. Por este motivo, ellos creen que no se explica bien a la conselleria de Salud su problemática y les meten en el mismo saco que las residencias y centros de día.

«No pedimos privilegios, solo queremos que nos permitan realizar las mismas actividades que sí pueden hacer las entidades vecinales y los ayuntamientos», apuntó Verger. El presidente de los clubs de la tercera edad de Balears añadió que «nosotros estamos dispuestos a adoptar todas las medidas sanitarias que hagan falta, pero sin poder organizar actividades que nos dan ingresos estamos abocados al cierre».

Relatan que las entidades subsisten especialmente con los llamados grupos de la segunda edad, personas de entre 55 y 65 años que acuden a los clubs a realizar actividades de baile, gimnasia, recuperación de memoria, excursiones, bingo, entre otras. El pago de estas actividades son los recursos que se utilizan para sufragar alquileres de locales, electricidad agua o internet.

Sin embargo, esta gente de la segunda edad que antes acudía a los clubs de mayores y ayudaba con sus aportaciones a mantenerlos, ahora está optando por acudir a las antes mencionadas actividades de las asociaciones de vecinos o incluso a cursos que organizan los ayuntamientos.

En las últimas semanas ya han anunciado el cierre por esta misma problemática clubs de la tercera edad como el del Coll d’en Rabassa, Camp Redó, Establiments y uno de la Part Forana.

Los monitores se van

Por otra parte, todas las asociaciones de mayores contaban con monitores que impartían cursos de muy diferentes modalidades. Es el caso de danzas, gimnasia, senderismo, peluquería, entre muchas otras actividades. A raíz del cierre por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad de reabrir los centros de la tercera edad, los monitores se han marchado a impartir cursos por su cuenta o con otras asociaciones vecinales o culturales y se han llevado a muchos asociados de los clubs de mayores.

Rafel Verger también criticó la prohibición del bingo por razones sanitarias: «La mayoría lo tenemos electrónico y los papeles se tiran. No entiendo el peligro de contagio, ya que mantenemos las distancias de seguridad».

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