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La huella mallorquina en la educación de Sierra Leona

El responsable de la organización “Wara Wara” ha conseguido construir o reformar 31 escuelas de este país y ha ayudado a la formación universitaria de 130 maestros

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La huella mallorquina en la educación de Sierra Leona

Marcos Portillo de Armenteras nació en Mallorca y dirige una organización no gubernamental, conocida como “Wara Wara”, que realiza un proyecto para formar a maestros y construir o reformar escuelas en las zonas más pobres y alejadas de Sierra Leona. Un proyecto que se financia con ayudas privadas, muchas de ellas provenientes de Mallorca, que hasta ahora ha logrado formar a más de 130 maestros y construir 31 escuelas, con sus correspondientes infraestructuras, como son letrinas, pozos de agua, oficinas y mobiliario. Marcos, al que se conoce con el apodo de Coco, está estos días en Mallorca para recaudar fondos que le permitan continuar con este proyecto. Ha logrado la colaboración de la fundación Hadas, de Palma, que ha financiado la compra de muebles para dos escuelas, un pozo y dos letrinas, pero que se ha comprometido a pagar los gastos de una nueva escuela.

Coco Portillo se licenció en derecho, pero nunca ha ejercido la abogacía. En el año 2008, a través de un amigo, decidió iniciar una gran aventura. “Buscaban un voluntario para realizar un estudio de la educación primaria de una provincia de Sierra Leona. No me lo pensé” y decidió trasladarse a este país africano. Estuvo trece meses, un tiempo que “dediqué a recorrer la mayor parte de los pueblos montañosos del norte y elaboré un estudio sobre la situación real educativa de estas zonas”. Desde el principio tuvo claro que había mucho por hacer y que “yo me implicaría en este proyecto”. A partir de ese momento se volcó en la búsqueda de fondos, que dedicaría a construir escuelas y formar a profesores. “Me enamoré del país”, afirma.

En las zonas más abandonadas de Sierra Leona la mayoría de profesores no tienen estudios superiores. El dinero que cobran no les basta para sobrevivir. Les pagan los padres de los alumnos, porque el estado no financia esta educación que ofrecen los profesores sin título. Y como no tiene sentido tener maestros sin formación, uno de los principales objetivos que se planteó el voluntario mallorquín es facilitar que estos profesores accedieran a la universidad.

Marcos decidió formarse para realizar estos proyectos y realizó un curso de desarrollo rural en Madrid y después se marchó a Guinea Ecuatorial para dar clases en un área rural.

Ya se han cumplido ocho años desde que decidió instalarse de forma definitiva en Sierra Leona. Con la ayuda de su novia mallorquina, Bárbara Sastre, se trasladó al norte a una zona montañosa y lo primero que hizo “fue hablar con el jefe del pueblo, pidiéndole ayuda para recorrer todo el territorio. Pasé por carreteras intransitables y caminé muchos kilómetros para conocer la zona”. Para llevar a cabo sus sueños para ayudar a la gente escribió un proyecto y se dedicó a buscar financiación económica en España. Marcos explica que con el poco dinero que inicialmente pudo recaudar, solo el primer año, logró construir dos escuelas y financiar la formación de 60 maestros, para que enseñaran por las zonas más pobres del país.

Cien aulas

Solo era el principio del proyecto, que sigue en marcha y que hasta ahora, a través de esta pequeña organización que dirige, ha logrado construir, o rehabilitar, 31 escuelas, lo que supone unas cien aulas para que los niños de este pobre país puedan aprender.

Marcos Portillo explica que su trabajo se centra sobre todo en los pueblos de la zona norte del país. Es un territorio muy pobre, donde hay pueblos cuya población no supera las 300 personas. “Todos son pobres y se dedican a la economía de subsistencia”. Es decir, ellos mismos cultivan sus productos, porque el dinero que manejan es muy escaso.

Aunque este emprendedor mallorquín dirige el proyecto, para llevarlo a cabo precisa de la ayuda local. Cuenta con varios equipos de trabajadores, que se encargan de construir o reformar las escuelas ya existentes. Pero se preocupa para que la población de la ciudad también participe en esta construir. “Es una forma para que valore lo que supone tener una escuela”. Estos años el ritmo de trabajo que han desarrolla ha sido frenético y en la actualidad “somos capaces de construir entre cinco y seis escuelas al año”.

El responsable de este proyecto está dispuesto a seguir trabajando para lograr su sueño, y por esta razón durante los meses que no está en Sierra Leona, se desplaza a España para visitar varias ciudades, con el objetivo de conseguir fondos que financien estas construcciones. “Levantar un nuevo colegio, con sus correspondientes infraestructuras básicas, puede tener un coste de unos 24.000 euros”. Y para ello busca financiación privada que pague todos estos proyectos solidarios.

Marcos Portillo señala que los maestros a los que ayuda siguen dando clases mientras desarrollan su formación. Es decir, enseñan a los niños del pueblo durante el curso escolar, pero aprovechan las vacaciones para acudir a la universidad. Tienen que completar tres cursos para obtener el título. Apunta que no solo se trata de ayudar a los pueblos pobres para que dispongan de una escuela de formación para los niño, sino también de ayudar a los profesores, ya que si obtienen el título universitario el gobierno subvenciona su salario. Estamos hablando de un sueldo de no más de 140 euros.

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