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Opinión

Otro plan piloto de exterminio, en colores

El plan piloto turístico exterminó dicha actividad, en el sentido etimológico de su expulsión fuera de las fronteras. Los sucesivos planes piloto que presenta el Consell para las residencias de ancianos, el enésimo la semana pasada, pueden cumplir el mismo objetivo con un sector de la población que por lo visto le resulta especialmente engorroso al Pacto. La innovación en el segundo caso es la división de los residentes con colores ocultados a sus próximos, y que en el rojo ahora generalizado les liberan de la asistencia hospitalaria.

“Exterminio criminal en las residencias” fue precisamente la expresión utilizada por Jaume Santandreu en abril. Su artículo en este diario no solo confirmaba al sacerdote auténtico como el mejor escritor en su idioma, sino como uno de los pocos que no ahoga su prosa en florituras adamascadas.

El grito de Santandreu, ahora concretado en centenares de casos en cada residencia, confiere perfiles terroríficos a la concertación público privada. En cuanto la fiscalía de Balears culmine su abnegada defensa de Cursach, tal vez debería darse una vuelta por unos centros donde se han producido fallecimientos, desde luego menos urgentes. No hay que alarmar a los dueños del negocio, los acusadores antes públicos y hoy privados pueden limitarse a una inspección superficial del estilo de la investigación de abusos sexuales a menores tutelados por el Consell, de la que meses después nada se sabe. Ni se sabrá.

El Pacto se empleó a fondo para ocultar el contagio masivo en residencias como Sant Joan. Mientras se prodigan confinamientos a los que Madrid no se atreve, sorprende la falta de empatía de Armengol, Cladera o Hila hacia sus ciudadanos y víctimas. Debe ser que no pueden despistarse con la segunda oleada, porque ya trabajan para la quinta.

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