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Los baleares pierden una cuarta parte de su salario en los ERTE

Las retribuciones de los trabajadores de las islas registran la mayor caída de España y se colocan como las más bajas junto a Canarias

Los ERTE por la falta de actividad de muchos negocios han empobrecido a los trabajadores.

Los trabajadores de Balears se han convertido en los más perjudicados por la crisis derivada del coronavirus, con una caída de sus salarios a causa de la aplicación del los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que no tiene parangón en ningún otro punto del país. Según los datos facilitados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio de las islas se situó durante el segundo trimestre de este año (ya en pleno estado de alarma) en los 1.372,6 euros brutos mensuales, lo que supone una caída del 26% respecto al mismo periodo de 2019, cuando era de 1.855,4. Esta bajada prácticamente triplica la media nacional, de un 9,4%, y a ella solo se aproxima otra comunidad eminentemente turística, como es Canarias, donde este descenso se cifra en el 23%.

El salario medio balear ha pasado de los 1.855 euros brutos al mes del pasado año a los 1.372 de este ejercicio

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El INE facilita dos datos: uno es el coste salarial, que es el que delimita la retribución que recibe el trabajador y que ha bajado hasta los 1.372,6 euros mensuales de media en Balears, y otro es el coste laboral, que muestra el gasto medio que para la empresa supone su plantilla y que incorpora otros conceptos, como pueden ser las indemnizaciones por despido, que en este caso se sitúa en los 1.892 euros mensuales, con una bajada que roza el 25%, también la más importante del país.

En ambos casos, lo que se refleja es que los trabajadores del archipiélago han sufrido los recortes más importantes del país, lo que ha provocado que, junto con los canarios, los baleares hayan pasado a ser los españoles con las retribuciones más bajas de España durante ese segundo trimestre de 2020 , tras varios años acercándose a la media nacional pese a mantenerse todavía por debajo de ella antes de que estallara la pandemia.

El recorte más duro lo sufren los empleados del sector servicios y el más moderado ha sido el de la construcción

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Concretamente, esos 1.372,6 euros mensuales del coste salarial balear quedan ahora a notable distancia de los 1.804 de la media española y a años luz de los 2.232,8 de Madrid, la comunidad donde esta cifra es más alta al concentrar las sedes de muchas empresas y una mayor concentración de altos cargos. Solo en Canarias los sueldos son más bajos, con sus 1.282,1 euros al mes.

La explicación de esta caída es simple: el confinamiento decretado en marzo y el estado de alarma impidieron la llegada de turistas durante prácticamente todo ese segundo trimestre (con la excepción de la prueba piloto con Alemania iniciada a mediados de junio), lo que provocó la paralización o descenso de actividad en muchas empresas y que unos 150.000 asalariados de las islas se vieran afectados por ERTE, muchos de ellos fijos discontinuos. Estos empleados pasaron a cobrar únicamente la prestación por desempleo o solo una parte de su salario más una parte de la ayuda por paro, perdiendo de este modo buena parte de sus ingresos habituales por esas fechas.

Aunque durante el tercer trimestre muchos de estos empleados pudieron salir de estos ERTE y reincorporarse a sus empresas, ya se apunta que la cifra previsiblemente volverá a crecer a lo largo de los tres últimos meses del año.

Evolución por sectores 

Obviamente, el impacto más duro se ha dado en las plantillas del sector servicios, en el que se enmarca buena parte de la actividad turística. En este caso, el coste salarial se sitúa en los 1.309,6 euros mensuales, cuando solo tres meses atrás era de 1.812,9, y también por debajo de los 1.838,8 del segundo trimestre del pasado año, lo que pone en evidencia el sacrificio que la pandemia ha supuesto para estos empleados. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que ese importe refleja lo que la empresa abona en salarios, pero no las cantidades que se han cobrado a través del servicio de empleo estatal (SEPE), que han suavizado este golpe en buena parte de los casos.

Respecto a los servicios, hay que tener en cuenta también que sindicatos y patronales de sus dos principales ramas, como son la hostelería y el comercio, han acordado no subir los sueldos durante este año y aplazar esta mejora en las retribuciones, lo que hace que el impacto de los ERTE en los ingresos de las familias sea mayor.

El golpe en la construcción es más moderado al no haberse visto obligada a parar su actividad. El coste salarial medio por trabajador durante el segundo trimestre de este año se ha situado en los 1.754,4 euros mensuales, cuando un año atrás era de 1.943,8 euros. Esta primera cifra es incluso superior a los 1.616,2 euros del primer trimestre de este año.

También el impacto en la industria ha sido importante. Las retribuciones medias en este sector se han situado durante el segundo trimestre en 1.675,4 euros mensuales, cuando un año atrás eran de 1.980,3.

Los 1.372 euros brutos al mes de las islas se colocan muy por debajo de los 1.804 de la media española

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Hay que tener en cuenta que este descenso se sustenta precisamente en una reducción de la jornada media realizada por estos asalariados, que han pasado temporalmente al paro o, en el mejor de los casos, se les han recortado las horas a realizar en la empresa.

Pero esta bajada explica los constantes lamentos que desde diferentes sectores empresariales, muy vinculados al consumo, se vienen lanzando durante los últimos meses. Porque a la pérdida de la clientela extranjera, fundamental para muchos negocios, se suma también el empobrecimiento de los residentes, como queda reflejado en la citada reducción de sus retribuciones, aunque ésta pueda quedar compensada solo en parte por el cobro de la correspondiente prestación por desempleo.

Es decir, tal y como ha venido insistiendo el director de la Fundación Impulsa y catedrático de Economía Aplicada de la UIB, Antoni Riera, a la crisis de oferta inicial, al obligar a muchas empresas a detener su actividad, le ha seguido una crisis de demanda, es decir, un desplome del consumo, debido a la reducción en el número de clientes y a su empobrecimiento.

En este punto, se añade una advertencia: la crisis sanitaria ha generado una crisis económica, y para superar la segunda es necesario acabar antes con la primera. Pero esa crisis económica no se acabará cuando haya una vacuna, dado que los daños que se han generado a las empresas y el empobrecimiento en el que han caído los trabajadores tardarán más tiempo en sanar.

Empresas en hibernación 

Antoni Riera señala como ejemplo la reciente encuesta presentada por Restauración-Pimem, en la que se señala que cuatro de cada diez bares y restaurantes de Mallorca van a cerrar sus puertas durante este invierno, ya sea con carácter definitivo (el 18%) o para reabrir al inicio de la próxima temporada (el 24%).

Sobre estos datos, el director de la Fundación Impulsa señala que son muchos los negocios, no solo de la restauración, que en estos momentos se encuentran en “tierra de nadie”, es decir, su volumen de clientela les permite no tener pérdidas, pero es insuficiente para obtener beneficios.

A la vista de esta situación, y ante el temor a que un rebrote en su zona les provoque un empeoramiento de sus cuentas con una entrada en números rojos, optan por poner a sus plantillas en ERTE y cerrar temporalmente, a la espera de que el inicio de la próxima temporada turística impulse una reactivación en la demanda con la recuperación de una parte de los visitantes que habitualmente llegaban a las islas.

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