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En contra

Hans Lenz: “En Cala Llamp o Costa d’en Blanes, ¿allí crecería una patata?”

Hans Lenz (Palma, 1976) es hijo de alemán y mallorquina de Santa Maria, “en el orden que queramos”. Es director de la zona Palma-Andratx de Engel&Völkers, presidente de la asociación balear de catorce inmobiliarias y de la entidad medioambiental Mallorca Preservation Foundation

Hans Lenz. B. Ramon

—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Ha vendido una casa hoy?”

—No, pero estamos negociando una operación en la zona de Andratx. Cerramos una o dos ventas cada semana. 

—¿El coronavirus compra o vende?

—Ambas cosas, pero el fenómeno más singular es la retirada de producto del mercado por parte de personas que han decidido quedarse. Por ejemplo, Michael Douglas.

—¿Están vendiendo refugios contra la pandemia?

—Antes del primer confinamiento entraron bastantes aviones privados, y ahora vuelven a preparar el segundo encierro en casas mallorquinas.

—Usted no tiene excusa, nació aquí.

—Yo y todos los que nacimos aquí, la isla es nuestro patrimonio.

—Pero la inmobiliaria es destructora por naturaleza.

—Eso es una generalización como otras. Nuestro sector apuesta por proteger, aunque haya quien no lo quiera ver. 

—La revista alemana ‘Focus’ se asombraba: “¿Por qué los mallorquines venden su paraíso?”

—Es una verdad parcial. En el territorio donde se levantan los chalés de Cala Llamp o Costa d’en Blanes, ¿allí crecería una patata? Pues adelante si se pueden hacer cosas para extranjeros que dan de comer a cien mil familias en Balears, casi a la altura de la hostelería.

—Habla usted del “salvajismo” inmobiliario.

—Me refiero a quienes piensan que es muy fácil montar una plataforma y vender casas. Nosotros sabemos lo que hay detrás, con una persona de apoyo por cada vendedor. No nos podemos permitir desastres como el escándalo de Mallorca Investment.

—Si en Mallorca no se construyera una casa más...

—No me parece mal en absoluto, porque podríamos seguir adelante con las actuales. Mucha obra se hace en casas ya construidas, estamos en pleno reciclaje de las viviendas existentes.

—¿A los alemanes les preocupa el contagio o la escasez de aviones?

—Jajaja. En estos momentos, los problemas a la hora de volar a su país, donde tienen restricciones infinitamente menores que aquí. La escasez de vuelos se lo está poniendo muy difícil.

—Su colega Matthias Kühn me dijo que “Solo Marivent no está en venta”.

—Y la Catedral. Todo tiene un precio, y la pregunta es si alguien está dispuesto a pagarlo. Las cosas funcionan así.

—¿Por qué no rebajan, si no están vendiendo nada?

—Hemos aprendido que bajar precios para vender no forma parte de nuestra naturaleza. Se aguanta el tirón, y después de un tiempo ya hablaremos. En la última crisis se esperó, se vendió menos pero en dos años se volvió a coger fuerza.

—¿Adolfo Suárez ayuda a vender una casa?

—Esta misma semana lo debatíamos entre nuestras oficinas de Hamburgo, París, Viena y Mallorca. La conclusión es que Adolfo Suárez no ayuda, su figura no hace que su casa valga más. Ni tampoco la de Michael Jackson. 

—El ‘Financial Times’ se sorprendía del éxito del Casco Antiguo palmesano, estrecho, sombrío y húmedo.

—Gracias a que en Mallorca éramos pobres, no derribamos el Barrio Gótico para construir un Eixample como en Barcelona. Suerte que no tuvimos el dinero para la ordenación, porque dispondríamos de calles rectas pero hubiéramos desperdiciado el mejor Casco Antiguo del Mediterráneo.

—¿Existen los billetes de 500 euros?

—Hace tiempo que no veo ninguno, alguien se los ha llevado.

—¿Es lícito aconsejar a un propietario que eche a su inquilino para dedicarse al alquiler turístico?

—No se debería. Si se pactan unas condiciones y se cumplen, todo lo demás no es correcto. El alquiler ha llegado a un punto de especulación que ahora se ajustará, y necesitamos más vivienda a precio asequible, ¿o es que nos hemos vuelto locos?

—El castillo de su jefe Christian Völkers en Banyalbufar ha sido derruido por el temporal.

—Igual que Son Bunyola de Richard Branson, y ha sido un golpe muy fuerte porque eran cuarenta años de cariño metidos en la finca. Sin embargo, Son Coll será reconstruido y se volverá a rejuvenecer el terreno, con todo esmero y detalle.

—¿Cuál es el secreto mejor guardado de Mallorca?

—En cinco años no reconoceremos la zona de El Terreno y Plaza Gomila. El desarrollo con calidad de su legado fantástico sorprenderá a muchos.

—¿Qué se compraría en la isla y por cuánto?

—En mi caso está muy claro, una finca en Santa Maria por el precio que Dios me permita y su propietario esté dispuesto a venderla, tras el inevitable ja te diré coses.

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