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Opinión

Había que volver a clase

Niños en su primer día de clase

Había que volver. Ha pasado demasiado tiempo. Seis meses sin pisar las aulas, nada menos. Hablamos de la piedra angular de nuestra sociedad: la educación de las futuras generaciones. Seguir con los colegios cerrados mientras bares y restaurantes resisten abiertos hasta en los barrios confinados hubiera sido inexplicable. El riesgo de contagio está, por supuesto. Como en el aula, en cada casa. El coronavirus está entre nosotros y si se cruza en nuestro camino, sólo podemos ponérselo algo difícil, con mascarilla y distancia. Habrá casos, que nadie lo dude. Quedarán aulas en cuarentena. El Govern avisó ayer que hará un balance semanal. Y es que el goteo será continuo. 

La segunda ola no tiene hoy horizonte. Llevamos un mes de 300 en 300 nuevos casos diarios. La cifra no sube, lo que al menos da algo de margen; pero no llega a bajar, lo que no nos permite relajarnos. No hay nada que nos haga pensar que bajará pronto. Y todo ese tiempo ya no lo podemos perder. Toca surfear la ola. Con todas las medidas necesarias, claro. Pero es que en ningún sitio como en las aulas se han tomado tantas.

Se trata de seguir avanzando, de no perder un tiempo irrecuperable y de no dejar a toda una generación atrás. Tampoco a los alumnos con necesidades especiales, aquellos que necesitan una mano, muchos hoy sin apoyos, sacrificados para bajar ratios. Era una “obligación moral” abrir las escuelas, Martí March dixit. No dejar a un lado a los niños con necesidades también lo es.

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