En dos días empieza el colegio y los profesores no saben cómo volverán los niños a las aulas, con nuevas normas y tras cinco meses lejos de ellas. Los docentes se enfrentan también a un escenario nuevo, con temores, nuevas prioridades más allá de las pedagógicas y con el deber de hacer cumplir las restricciones. Para las familias el territorio también es ignoto, y sus emociones pueden ir del miedo a la frustración o la alegría, por volver a ver sus niños en clase.

Cada miembro de la comunidad educativa, adulto, niño o joven, vive la pandemia a su manera: de la adaptación fácil a la angustia, la tristeza, el temor... Para que las escuelas sepan tomar el pulso a sus integrantes y cómo gestionar las emociones, un equipo de la conselleria de Educación ha preparado y puesto a disposición de los centros educativos una "caja de herramientas para la acogida emocional." Un botiquín escolar que en vez de termómetro tiene vídeos, instrucciones y consejos. Su fin último también se relaciona con la salud (con la mental) y con el rendimiento pedagógico.

"Si la parte emocional no está bien, el niño no avanzará académicamente", explica Amanda Fernández, directora general de Primera Infancia, Comunidad Educativa e Innovación.

El Institut per a la Convivència i l'Èxit Escolar se ha encargado de la elaboración de este compendio de primeros auxilios emocionales. Sus responsables saben que este curso será complicado y que los profesores tendrán mil cosas que atender cada día (lavado de manos, ventilar las clases...), pero ya han recibido llamadas y creen que muchos necesitarán consejos e instrumentos para atender a la salud emocional de los niños.

Por eso, esta caja de herramientas describe, entre otras cosas, las señales a las que estar atento para ver en qué momento el malestar de un niño se convierte en algo que requiera ayuda especializada.

En algunos hogares las vivencias han sido más duras que en otras: por la muerte de seres queridos (el plan incluye también un plan de acompañamiento al duelo) , el alejamiento de figuras de referencia, pérdida del trabajo... "Ante un impacto significativo, algunas reacciones son normales y esperables dentro de unos límites", razona la guía de Convivèxit, que enmarca dentro del estrés agudo una larga lista de síntomas como irritabilidad, pesadillas, insomnio... Pero si con un primer trabajo en la escuela el estado del menor no mejora, y los síntomas se prolongan más de cuatro semanas, estaríamos entrando ya en el terreno del estrés postraumático y sería necesario recurrir a especialistas.

Además de esta guía para identificar y evaluar el impacto psicosocial (que sirve tanto a docentes como a profesores), el trabajo de Convivèxit, que puede consultarse en su web, incluye también recomendaciones de autocuidado para los docentes o instrucciones para adaptar a la nueva situación las prácticas restaurativas que los centros ya hacían antes, como los círculos, en los que los estudiantes exponen cómo se encuentran. Entre las novedades de este curso, Educación ha confeccionado barajas de cartas con dinámicas y preguntas ("¿Qué hiciste durante el confinamiento?", "¿Le tienes miedo a algo?") para facilitar y guiar las conversaciones.

Este botiquín emocional no descuida tampoco la realidad en la que han estado los niños viviendo con mucha intensidad durante meses: el mundo digital. Aina Amengual, del equipo de Convivèxit, indica que durante el confinamiento recibieron varias demandas de orientación ante casos de ciberacoso y por eso su plan amplía el protocolo ya existente contra el acoso escolar con, por ejemplo, un decálogo de acciones para frenarlo.

Para Jaume Font, director de Convivèxit, la clave será lograr una comunicación real y activa, en el que los estudiantes (y también las familias) se sientan protagonistas y se vean realmente escuchados y acompañados.