Entre la estupefacción y la indignación, Juan Díaz relata una experiencia que no imaginaba que viviría cuando, desde la confianza en el funcionamiento del centro hospitalario, ingresó en Son Llàtzer para ser operado de una fístula perianal. La intervención quirúrgica se realizó el pasado viernes sin problemas. Dos días antes le habían realizado la prueba PCR para confirmar que no estaba afectado por el coronavirus antes de entrar en el quirófano.

"Me operaron y me subieron a planta. Todo iba bien hasta las 12 de la noche", recuerda Díaz. Sobre esa hora, subieron a planta desde emergencias a un joven al que iban a operar al día siguiente y lo ingresaron en la habitación de Díaz. Al día siguiente, sobre la 1 de la tarde, "una enfermera, a la que se notaba preocupada", pidió a Díaz desde la puerta de la habitación que se acercara para quitarle la vía. Entonces le dijo que el joven había dado positivo en coronavirus.

A partir de ahí, la respuesta del jefe de planta cuando Díaz le pidió explicaciones aumentó aun más su preocupación. "La enfermera me había preguntado si durante la noche me había quitado la mascarilla, que en algún momento me retiré para poder dormir, tapándome bien con la sábana. Cuando le dije al jefe de planta que me habían puesto en riesgo, al subir a mi habitación a un paciente sin comprobar antes que no estaba infectado, me contestó que también podía contagiarme en la calle, en lugar de disculparse o excusarse en algún posible error", explica.

Díaz, quien es paciente de alto riesgo al padecer problemas de corazón, deja claro que él es de los ciudadanos que adoptan todas las medidas de prevención ante el coronavirus. "En la calle yo me protejo, sé lo que toco y me desinfecto. En un hospital das por hecho que se controlan los riesgos y confías en que puedes retirarte algo la mascarilla sin correr peligro, pero no ha sido así", resalta. En la habitación, según explica, "no había ni gel hidroalcohólico".

El joven al que subieron desde emergencias pasó mala noche. Recuerda que sobre las 4 de la madrugada llamó a una enfermera ya que se encontraba mal, con sudores y tos. "Le cambiaron la ropa de la cama, le tocaron sin saber que tenía el coronavirus. Yo también toqué lo mismo que él, al ir al baño por ejemplo, por lo que estamos en riesgo de contagio tanto los sanitarios y trabajadores del hospital que le cuidaron como yo", pone de relieve.

Díaz recibió el alta hospitalaria y desde entonces está en su domicilio, con el temor de haber sido contagiado y que también su mujer pueda resultar afectada si es así. Hoy acudirá a su médico de cabecera, dando por hecho que le dirá que guarde cuarentena y que le someterán en los próximos días a pruebas de PCR hasta confirmar por completo si ha sido contagiado o no. Después, tiene claro que presentará quejas donde sea necesario, comenzando por el propio hospital de Son Llatzer.

"No es lógico que se suba a planta para compartir habitación a una persona sin confirmar antes el resultado de la pruebas de PCR, para lo cual solo hubieran tenido que esperar unas pocas horas", opina respecto al ingreso en su habitación del joven infectado.

Explica que hasta ahora su experiencia con la sanidad era positiva. Recuerda, por ejemplo, que el pasado 18 de agosto dieron una fiesta en su casa a la que asistió el hijo de su mujer, quien después supo que había tenido contacto con un positivo en coronavirus. A partir de ahí, Díaz se sometió a pruebas PCR que dieron negativo.

Cuando se acercó el día de la operación, le dejaron claro que debía someterse a una nueva prueba antes de entrar en quirófano para descartar cualquier riesgo.

"Eso es lo normal. Lo que no es normal es que a ese joven le subieran a planta sin tener los resultados de su prueba. Han cargado una pistola con una bala y han girado el tambor, jugando conmigo a la ruleta rusa", concluye.