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Boulevard

La primera entrevista a Claudia Schiffer en su casa de Andratx

"No creo ser tan bella como dicen los demás, paseando por la calle veo a chicas mucho más hermosas que yo; tampoco me he inspirado en ninguna mujer de otra época, no me gustan los ídolos"

Claudia Schiffer acaba de cumplir cincuenta años, que incluyen los 21 que tenía cuando la entrevistamos y fotografiamos por primera vez en su casa del Port d'Andratx. En aquel agosto de 1991 ya era la top model más famosa del mundo, y nos recordó que "solo en una ocasión han entrado periodistas en nuestra casa de París".

Meses antes, descubrí en una publicación extranjera que la Schiffer veraneaba en Mallorca. De hecho, nos confirmó que "me encanta la isla, soy fiel a ella todos los veranos desde que era una niña". Por supuesto, saber que la mujer más bella del mundo veraneaba aquí y localizarla son cosas distintas. En las pocas exclusivas que he obtenido en mi triste carrera, siempre me ha asombrado el interés de una raza concreta de mediocres por averiguar el supuesto facilitador de la noticia, a efectos de rebajarla o denigrarla.

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Por tanto, ha llegado el momento de desvelar al culpable de que encontráramos y entrevistáramos a la maniquí. Se llama listín telefónico, ni soplos policiales ni políticos. En aquellos tiempos sin internet, busqué en varios destinos costeros. Andratx era uno de los probables, porque además ya había publicado que el excelente fotógrafo Pedro Coll descubrió a la Claudia adolescente en el Tim's Bar y la contrató para su primer trabajo por el equivalente a cien euros. En la guía constaban dos teléfonos para el apellido Schiffer, uno a cada orilla del Port. Estábamos a principios de 1991, habría que esperar al verano.

En julio, fui solo a las direcciones del listín. La primera coincidía con una estructura adosada de La Mola, con la arquitectura laberíntica que Pedro Otzoup impuso en la zona. Me adentré en el complejo y de repente me topé tras una puerta con un señor inequívocamente alemán, que se servía una bebida alcohólica. Así conocí al Doktor Heinz Schiffer, prestigioso abogado de Düsseldorf, comprador del chalé con unos amigos y padre de la modelo. Sin amabilidad pero con efectividad, me confirmó su identidad y me confió que su hija no había llegado pero que lo haría en unas semanas.

Tras una espera prudencial, volví a la carga, el martes 27 de agosto y esta vez con el fotógrafo Miquel Massutí junto a quien he hablado largamente con Richard Branson o Catherine Zeta-Jones. Recién llegados a la puerta de la casa, vimos una motocicleta Honda 500 que ascendía la escarpada colina. En el asiento de atrás viajaba Claudia Schiffer. Pilotaba Bill Goins, también modelo y el novio más bello que jamás tendría la alemana.

Nos presentamos abruptamente a la pareja, y les sugerimos una entrevista. Estupefactos, se retiraron a deliberar. El novio se acercó y nos propuso una cita al día siguiente en la casa. Llegaba el instante decisivo. Me sobraba experiencia en compromisos de famosos que vuelan a su país el día anterior al concertado (Art Garfunkel). Mi temperamento de paparazzo, y cuánto se ha degradado esa profesión esencial, me impulsaba a matarlos a fotos en la vía pública y dejarse de futuribles.

Para mi gran fortuna, tenía a mi lado a Massutí, que me agarró,me llevó aparte y me dijo:

No se puede asegurar, pero parecen gente legal. Lo que tú decidas, pero aquí vamos a robarles algo sin gracia y mañana podemos tener una buena exclusiva.

Atendí a la inteligente recomendación del fotógrafo, ojalá lo hubiera tenido a mi lado en otras ocasiones en que me venció el pronto. Nos despedimos con educación de la pareja hasta el día siguiente, 28 de agosto. Cumplieron impecablemente, nos franquearon el acceso a la vivienda sin restricciones. La Schiffer lucía shorts de Levi's y no fue otra mujer, fue cien mujeres a la vez mientras posaba para Massutí, también con su madre Gudrun. La modelo no se enfadó cuando la llamé "prodigio de la ingeniería alemana", encajó deportivamente la comparación con Brigitte Bardot. Al igual que con Zeta-Jones, hay un capítulo que solo Massutí y su seguro servidor debemos compartir. Y así sintetizó Schiffer su filosofía en Andratx, aquel día caluroso del siglo pasado. "No creo ser tan bella como dicen los demás, paseando por la calle veo a chicas mucho más hermosas que yo. Tampoco me he inspirado en ninguna mujer de otra época, no me gustan los ídolos".

Reflexión dominical embozada: "La prohibición de quitarse las mascarillas afecta también a las máscaras".

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