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Opinión

Sa Nostra y la Caixa, tan juntas

Entre billetes, la denominación es lo que importa. Nadie en Mallorca habla todavía de Bankia o CaixaBank. Siguen siendo Sa Nostra y la Caixa. O sea, la caja mallorquina y la catalana, del mismo modo que en la capital son identificadas como las instituciones de Jordi Pujol y de Rodrigo Rato. Siguiendo con la nomenclatura dominante, la Bolsa exultante no amortigua el temor de la Generalitat a perder el nombre en catalán después de perder la sede. Cuesta asimismo aliviar el pánico mesetario ante la evidencia de que Cataluña absorbe a Madrid, o a CajaMadrid.

En Mallorca también hay vencedora y vencida. La Caixa, la otra caja, se merienda a Sa Nostra, tan genuinamente autóctona que lleva el membrete de todos los negocios sucios de los Governs de Progreso y de Retroceso. La entidad balear siempre miró al pasado, y se embarró en los casos estelares de corrupción hasta el punto de que una de sus operaciones es el ejemplo canónico utilizado por el Banco de España, para explicar el desastre de todas las instituciones de ahorro patrias.

Con un estilo de gestión Neandertal, la caja mallorquina mantuvo la supremacía por complicidad con su público, mientras la Caixa moderna quedaba relegada a una segunda plaza. No inevitablemente, puesto que es la primera institución andaluza. Sa Nostra se diluyó en el Banco Mare Nostrum y en la ahora comatosa Bankia, quien relativice el papel del florón isleño en el hundimiento de las sucesivas amalgamas en que se vio envuelto actúa por su cuenta y riesgo. Mallorca pierde definitivamente una caja, o dos.

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