Balears es la región que sufre un mayor impacto de la segunda oleada del coronavirus no solo en España, sino también en Europa a excepción de Madrid, con la circunstancia modificadora de su capitalidad. Este durísimo impacto conlleva una tasa de mortalidad siempre dolorosa, pero que es la más baja del Estado según los últimos datos publicados. En concreto, el último informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el número 41 y que abarca desde mayo hasta el 27 de agosto, adjudica a Balears una defunción por cada mil nuevos contagios de la pandemia.

El estudio del Gobierno fija la media española en cuatro fallecidos por cada mil enfermos. El dato estatal multiplica así por cuatro a los registros de Balears, conformando un dato optimista pero que no puede proyectarse hacia el futuro. Al contrario, los 297 nuevos contagios de ayer materializan la advertencia de Jordi Reina, en contra de una segunda oleada más suave. "Si seguimos así, los ingresos aumentarán y volveremos a saturar el sistema sanitario".

Los datos de la Red Nacional sobre el bajo número comparativo de fatalidades en Balears fueron confirmados ayer mismo con la publicación del MoMo, o Monitorización de la Mortalidad por comunidades hasta el uno de septiembre. El archipiélago cumplimenta el exceso de defunciones que comparten todas las autonomías, aunque de momento con una pauta más suavizada por lo que no figura en la cúpula del castigo por sobremortalidad. Los fallecimientos se concentran según este índice en los mayores de 65 años, con incidencia creciente conforme aumenta la edad.

La tasa de defunciones de uno por mil adjudicada por la Red Nacional de Vigilancia a Balears solo es igualada por Navarra. A cambio, Aragón multiplica ese índice por diez, Asturias por nueve y Castilla y León por ocho. La coincidencia con el MoMo avala que los buenos resultados baleares en defunciones no se deben a una distorsión o falseamiento de los datos a escala regional. Una eventual manipulación se reflejaría en un pico acusado en la mortalidad por todas las causas.

Balears registra anualmente más de ocho mil fallecimientos, una tasa que se acerca groseramente al uno por ciento de los residentes. Dado que la probabilidad de morir de la covid señala a uno de cada mil enfermos, podría extraerse la conclusión errónea de que un paciente de la pandemia afronta un riesgo inferior a un mallorquín sano.

Más correctamente, la baja tasa de fallecimientos en relación a otras regiones implica que un enfermo mallorquín de covid tiene un peligro diez veces mayor de morir de una causa ajena a la infección del coronavirus. En otra valoración, la gráfica del MoMo demuestra que la pandemia ha provocado dos sacudidas sísmicas en las muertes esperadas en Balears, hasta el punto de colocarlas en dos ocasiones sobre la línea esperada y por encima incluso del margen de confianza. Según los últimos datos tabulados, el coronavirus provocará un aumento significativo pero asumible de bajas en el conjunto del año. En el lenguaje crudo de los demógrafos, la enfermedad ha acelerado fallecimientos que se hubieran producido en cualquier caso.

Los incrementos de muertes por coronavirus en fechas recientes complican el buen dato balear en índice de defunciones. El frenético ritmo actual conduce a los cien mil contagios anuales y a los dos mil fallecimientos en ese mismo plazo. La tasa está evolucionando de uno a dos entre mil enfermos, todavía por debajo de la media estatal pero con una preocupante tendencia al alza. La mortalidad sin distinción de causas crecería así hasta un veinte por ciento sobre la habitual.