—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Tú también nos has abandonado, Alemania?"

—Eso parece, y es la jugada equivocada porque tengo la sensación de que Alemania no sabía qué hacer con Mallorca. Cuando se puso un tope de cinco mil refugiados, Merkel preguntó, "¿qué hacemos con el cinco mil uno?" Es el mismo caso de ahora, y se han limitado a bajar el telón.

—¿Cuál es la relación entre Alemania y Mallorca?

—Es nuestra isla más importante, por encima de Sylt que es solo para ricos. Sin embargo, la actitud de que Mallorca es "nuestra" se ha desvanecido en los titulares de prensa.

—Mallorca es propiedad de los alemanes.

—Otro clisé falso. El otro día conducía detrás de un autobús que llevaba un anuncio inmobiliario en sueco.

—¿La difusión del 'hooliganismo' en Magaluf aceleró la condena de Alemania a Mallorca?

—Absolutamente, el turismo de excesos ha dañado la idea general de visitar un país extranjero. Se demoniza a quienes viajan, cuando hoy tenemos el Ballermann en Berlín, fiestas continuas sin máscaras en la capital.

—Tres ministros alemanes telefonean a Madrid para indignarse por lo que sucede en Mallorca.

—Podría haber un propósito honesto detrás, un primer paso para descubrir qué sucede, un "Hey, tendremos que actuar". Pudo ser un aviso amistoso o una amenaza.

—El Govern creyó que Berlín no leía los datos de covid.

—Por supuesto que los leen. Los científicos no toman las decisiones, y Berlín sabía que no era una medida popular, por lo que requería consejo. No son antiespañoles.

—¿Los alemanes volverán?

—Escribí mi primer gran reportaje sobre Mallorca en 2000. Aquel verano de nuestro descontento era el primero tras las guerras de los Balcanes. Descendió el número de visitantes alemanes a la isla, y el president Antich estaba alarmado ante la perspectiva de perder el mercado germano. Entonces, mi amigo Miquel Capellà planificó un Balears'2015. Ese es el camino.

—¿Se confinó en el paraíso de Biniali?

—Sí, bromeábamos sobre los detalles estúpidos del estado de alarma, como pasear al perro o que una pareja no pudiera viajar en coche, pero los españoles reaccionaron al coronavirus con mayor rapidez que los alemanes.

—¿Merkel es socialdemócrata cuando hace falta?

—Sí. Entiendo la ironía, pero encaja. Por eso la critican en su partido. Ellos también lo creen, pero sin ironía. Mis amigos se ofenden al decirles que añoraremos a la cancillera, pero en el fondo lo reconocen. Cabe decir que el partido de Merkel no es tan terrible como el PP, no veo por aquí a nadie como ella.

—Los alemanes de Mallorca no quieren más alemanes en Mallorca.

—No, este tipo de alemanes no quieren lo que dijo este tío, cómo se llama, Iago Neg...

—Negueruela.

—Me encantó cuando dijo que "no queremos estos turistas, que no vengan". El turismo de excesos es destructivo.

—También odia usted a Trump.

—Totalmente, aunque antes que odio hablaría de que lo encuentro asqueroso, lo detesto. Y no es el único, tengo una larga lista de odiosos.

—Si Trump gana, en algo deben equivocarse sus enemigos.

—Su victoria no indica que nosotros estemos equivocados y que él tenga la razón. Es el lado oscuro de la democracia, tampoco los nazis llegaron al poder mediante un golpe, a diferencia de Franco.

—¿La crisis económica que viene es la definitiva?

—¿Cómo en "esto es el fin"? No lo creo, pero será una larga pausa, hasta el punto de que mis ojos no verán el regreso a la antigua normalidad. Claro que ella nos ha conducido adonde estamos, por lo que no resulta deseable.

—¿El periodismo sobrevivirá?

—Sí [golpea su butaca]. Y ahora yo le preguntaría, "¿qué tipo de periodismo?", porque las expectativas cambian. El enemigo de las redes sociales nos lo pondrá difícil.

—¿El comunismo ha vuelto en forma de confinamientos y mascarillas?

—Claro que no. Conozco esta línea argumental, en Alemania hablan de autoritarismo y dictadura, en denuncias ligadas a la anticiencia y la antipolítica. Son tendencias en ascenso.

—¿Entonces hay que obedecer?

—Pondría a España como ejemplo de aceptación de esas restricciones de un modo relajado. Sería peculiar que nos gustaran las limitaciones, pero no dramaticemos.

—¿Ha sido esto una entrevista populista?

—Hemos abordado los asuntos que obsesionan a los populistas, pero sin caer nunca en su trampa.