Llaveros, camisetas, imanes o, incluso, joyería barata, eran algunos de los productos más vendidos en las tiendas de souvenirs. Ahora, tras un duro verano, hacen balance de las pérdidas y las dificultades que puede suponer esta situación.

Souvenir Nutria está situado en Platja de Palma. Los dueños, de origen chino, hablan sobre la diferencia respecto al año pasado: "Las ventas han caído más de un 40%, lo que supone un problema enorme para nosotros porque tenemos que hacer frente a los gastos". Declaran que no hay casi hoteles abiertos y los turistas que se hospedan en la zona son sus principales clientes: "Ahora casi no viene nadie. Abrimos en mayo y tenemos previsión de cerrar en septiembre, a lo mejor octubre si vemos que podemos aguantar". La situación para ellos es crítica: "No viene nadie a comprar, a pesar de que en la calle sí hay gente. La mayoría son españoles que no suelen entrar en nuestros comercios".

Otro souvenir situado en la misma zona es el Jang Ye, cuyos dueños también son asiáticos. Viven con incertidumbre las nuevas informaciones sobre Alemania: "El 80% de nuestros clientes son alemanes, y ahora no sabemos qué va a pasar. No sabemos cómo vamos a seguir durante los meses que quedan". Sus ventas tambien han caído por debajo incluso de las previsiones que tenían: "Las ventas son casi inexistentes, no viene nadie a comprar. El coronavirus. Confiesan que, en un día normal de este verano, pueden entrar unas 15 personas: "Casi ninguna gasta, o como poco compra bebidas y algo pequeño. Pero ya no compran souvenirs. Preguntados por sus previsiones, tienen más dudas que certezas: "La situación es muy difícil. No sabemos cuándo vamos a cerrar o si podremos volver a abrir el año que viene si las pérdidas son muy grandes".

Los souvenirs, dedicados única y exclusivamente a los turistas, ven dificultades para contrarrestar las pérdidas con clientes locales. Los ciudadanos de la isla se muestran reacios a este tipo de lugares. Antoni y Biel, dos palmesanos, aclaran que esto es "normal" porque todo lo que ofrecen son "recuerdos y objetos promocionales", algo que un habitante de Mallorca "no suele comprar".

Pedro, también de la isla, trabaja en la tienda de We Love Mallorca, situada en la calle Palau Reial, justo al lado de Cort: "Antes había muchísima más gente, sobre todo los que venían con cruceros. Ahora hay movimiento pero compran muy poco, solo cosas concretas". Cada año los productos estrella eran los mismos: llaveros o imanes. Sin poder dar datos concretos, afirma que el volumen de ventas respecto al año pasado ha caído de forma radical: "Vivimos en gran parte del turista que viene con el crucero, y ahora con las restricciones pues nos hemos quedado sin nuestro gran cliente". Tienen abierto todo el año pero no saben si seguirán en los próximos meses: "Es una incógnita, como todo ahora mismo".

Bobby vino desde la India hace 15 años. Trabajó como cocinero hasta que decidió montar un souvenir. "A pesar de no tener clientes me toca pagar cada mes mi alquiler aunque no tenga ingresos. Eso para mí es muy duro", dice el dueño de Agam Moda y Souvenirs. El dueño de la propiedad no le ha perdonado ninguna cuota, dice, a pesar de que en muchos meses no ha tenido casi facturación. Declara que sus gastos aumentan en verano porque tiene tres hijos y deben quedarse en casa ya que no pueden ir al colegio. Quiere dejar claro que, guste o no, la zona vive únicamente del turismo: "Vivimos por y para el turista. Esto es una realidad. Lo que está pasando nos tiene muy preocupados porque no sabemos si podremos seguir teniendo la tienda, lo que supondría perder el trabajo". Las expectativas son muy bajas respecto a lo que viene: "Mis clientes son, sobre todo, alemanes e ingleses, y ahora con las restricciones pues he perdido a casi toda mi clientela".

Isa, dependienta de la tienda Palma Centre, situada en la misma calle que We Love Mallorca, habla claro sobre la situación: "Está siendo un año muy malo. Estamos tristes y preocupados". Ha notado mucha diferencia respecto a veranos anteriores en cuanto a personas que acuden a su establecimiento: "El año pasado podían pasar más de 200 personas en un día por la tienda. Ahora vienen 15 como mucho". La dependencia del turista proveniente de los cruceros es enorme: "Nuestro cliente principal no puede venir y no sabemos qué va a pasar. Ahora el cliente entra, se refresca y se va. No compra nada". Sus productos más vendidos eran las camisetas y sudaderas.