Balears duplica a diario los contagios por coronavirus que acumuló durante todo el mes de junio. La cadencia de hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos desautoriza la apelación exclusiva a los asintomáticos. Se culpa a fiestas y reencuentros, como si estuvieran reservados a los indígenas. Sin embargo, y desde que Cataluña entró en la segunda ola, Son Sant Joan recibe doce vuelos diarios de Barcelona. Un inspector de Sanidad abandonaba indignado el aeropuerto, tras comunicarle que las cámaras termográficas no funcionaban en un Zaragoza-Palma, con otro foco desatado en Aragón.
Gracias a la siniestra Aena, los pasajeros deciden si rellenan la ridícula hoja de elusión de responsabilidades. Con indicar que proceden de un aeropuerto español, sea o no cierto, se evaden de cualquier trámite. Balears ha pasado de un centenar de casos activos a más de 1.500. La vía aérea, en el doble sentido de la expresión, es la única manera de coronar esta marca.
Con todo, no desesperen, porque el REB arreglará la impunidad epidemiológica que impera en los reductos mallorquines controlados desde Madrid. ¿Cuál era el primer apartado del Régimen Especial de Balears, abanderado por el Govern y auspiciado por la sociedad civil en pleno? Literalmente, la "cogestión aeroportuaria".
Dado que la propaganda del Govern insiste desde hace meses en que Balears dispone de un REB votado fervorosamente en La Moncloa y San Jerónimo, queda claro que el Régimen nos entregará los aeropuertos y protegerá mediante sus milagrosas medidas la debacle económica que no se cierne, porque se ha abatido ya sobre Mallorca.
Por todo ello, sorprende que la única reacción de Francina Armengol al destierro impuesto por Alemania sea que "la incidencia en Mallorca es la que es". Cuando se dispone de un arma de la potencia de fuego del REB, siempre según el Govern, sorprende que cunda el desánimo. Salvo que la resignación y el entreguismo se deban a que el Pacto ha dejado de engañar(se).
