La asociación altruista Rotary Internacional ha sido condenada a indemnizar a un estudiante de Palma, que sufrió abusos sexuales durante un viaje de formación a Taiwan, en China. La víctima es natural de Barcelona, pero estudia en Palma, y el tribunal que ha juzgado este caso también ha condenado al club rotario de la ciudad Condal, que participó en la organización del viaje. Entre ambas asociaciones deberán indemnizar a la víctima con 26.000 euros, que cubrirán los daños psicológicos que sufrió el joven, que son muy graves, y que todavía padece. De hecho, desde que volvió de esta experiencia en China cambió de carácter, se volvió más retraído y perdió el interés en relacionarse con los demás, lo que le llevó a pasar la mayor parte del tiempo solo.

El estudiante tenía 17 años y antes de empezar la universidad en Palma (quería estudiar una carrera técnica) decidió realizar un viaje de intercambio de larga duración, para aprender chino y mejorar su inglés. Acudió a la organización de los Rotary, que tiene un programa que subvenciona viajes de formación para los jóvenes en todo el planeta. El menor viajó a Taiwan y allí fue acogido por una familia china. Tenía que estar dos semanas en su casa. Sin embargo, a los pocos días el anfitrión de la casa empezó a someterle a abusos sexuales. La víctima se asustó y comunicó la situación a sus padres. Se encontraba muy lejos y no sabía qué hacer. Su familia puso en conocimiento de la asociación lo que estaba ocurriendo y se decidió cambiar de domicilio al estudiante, que regresó a España mucho antes de lo que tenía planeado. Sin embargo, antes de marcharse de Taiwan intentaron que firmara un documento, bajo la amenaza de que no le iban a devolver el pasaporte, en el que reconocía que el relato de los abusos era un invento. El estudiante, sin embargo, se negó a retractarse, ya que lo que no quería es que otro joven fuera enviado a este domicilio y volviera a sufrir abusos.

La asociación altruista tiene un protocolo de actuación ante la posibilidad de que se pueda producir una situación de abusos a un menor, cometido por algún anfitrión de la organización. Pero a pesar de que dicho protocolo fue aplicado, en la demanda intentó demostrar que la versión que contó el estudiante era falsa, ya que lo que pretendía es que le cambiaran de domicilio, ya que la casa en la que estaba se aburría. El tribunal de Barcelona que ha estudiado esta demanda se muestra especialmente crítico con la actuación de la organización del Rotary. Señala que tanto la asociación de Barcelona, como la internacional, debieron controlar en todo momento cómo se desarrollaba el viaje del menor. Afirma la sentencia que las asociaciones actuaron con "notable pasividad" ante el desamparo del menor.