Hace justo ahora cinco años, con Mariano Rajoy gobernando España y Francina Armengol Balears, se planteó el relevo en la Autoridad Portuaria de las islas; aunque estatal, un cargo siempre digitado desde Palma. Tras su paso por la Demarcación de Costas, anhelaba el puesto -93.000 euros al año y un presupuesto millonario- Celestí Alomar, que así se lo hizo llegar a la presidenta del Govern y entonces todavía compañera de filas. La falta de sintonía entre Armengol y el exconseller de Turismo de Xisco Antich imposibilitó que el llubiner tuviera la menor opción. A mayor distancia del candidato número uno, también mostraron interés Ramon Socias o el ibicenco Xicu Tarrés, sin éxito. Armengol no pensó nunca en ninguno de los suyos para dirigir el todopoderoso -y siempre polémico- mundo de los amarres. La negativa debió pesar en el ulterior portazo que tanto Alomar como Tarrés dieron al PSIB-PSOE.

En pleno julio de 2015, trascendió que la apuesta era el empresario Joan Gual. Armengol sorprendió a propios y a extraños. Nada más conocer el nombre, sus aliados de Podemos se lanzaron a la yugular del elegido: "Presentó un concurso de acreedores y dejó a mucha gente en la calle, no parece lógico que se le premie con un cargo público [...] Pertenece a la casta oligárquica, una casta que ahora, curiosamente, parece haberse vuelto repentinamente de izquierdas", se despachó el entonces líder del partido Alberto Jarabo. Las presiones podemitas no frenaron el nombramiento apadrinado exclusivamente por la presidenta, y jamás entendido en el seno de su partido. Ya con galones, el interesado esquivaba con astucia el cuestionamiento de sus simpatías izquierdistas. Como en una cita gastronómica en el restaurante portuario El Pesquero, con próceres locales:

-Pero una cosa, Joan... ¿Tú eres socialista?

-Yo soy un hombre de la orquesta de Armengol.

Cómo se ganó un perfil como el de Gual la confianza de la presidenta es "un misterio" que cinco años después ninguna fuente del PSIB ni del Govern consultada para este artículo sabe o quiere aclarar. "Ignoro quién le dio el nombre ni por qué lo puso finalmente, en política hay cosas que sabes que no debes preguntar, aunque no las entiendas", coinciden por separado dos socialistas. Recalcan que, en contra de la opinión extendida en su día, Gual ha ejecutado la gestión esperada, "esto es así, ni más ni menos". Ante los ataques podemitas, Armengol asumió privadamente la defensa de su patrocinado, si bien con generalidades, "es un hombre moderado, con sentido común". Y apostillaba: "Necesito hacer algún gesto con los empresarios". El guiño se completó con la inclusión de la presidenta de la patronal CAEB, Carmen Planas, en el consejo de administración.

"Le necesito para poner orden"

La presidenta no era ajena a que la Autoridad Portuaria ha sido históricamente un nido propicio para la corrupción y los manejos turbios, y zanjaba: "Precisamente por eso, le necesito para poner orden". Hoy, cinco años después, su confianza en Gual se halla en cuarentena. Desde que fue detenido la semana pasada en el marco de una operación anticorrupción, Armengol no ha conversado con él y muestra sentimientos contradictorios. No habla por ahora de decepción, sí "está muy sorprendida" -afirman las fuentes-, pero "Francina no es para nada ingenua, no hace falta decirlo", aseveran.

El relato socialista -y de hecho, el oficial instaurado en casi todo el Pacto- viene aderezado de la consabida presunción de inocencia. Incluso hay quienes ven en Gual una especie de Robin Hood víctima ahora "de los tiburones y las mafias" que navegan por los muelles baleares, en su afán por "hacer limpieza". Sin ir más lejos, una de las firmes defensoras de Gual es la teniente de alcalde de Cort, Neus Truyol. El lunes ante el resto de la dirección de Més defendió que "a nosotros en Palma nos ha ayudado mucho", y aunque no se opuso, no secundó la solicitud de dimisión.

Que Gual durmiera en los calabozos la jornada de autos pero saliera en libertad sin pasar a disposición judicial se vivió con perplejidad y a su vez cierto alivio en el Consolat. Ello, sumado a que la jueza aún no le ha citado a declarar, hizo que en un primer momento se optara por ganar tiempo, máxime con la derecha obligada a hacer una tímida oposición. La estrategia pasaba pues por "respetar los tiempos", dejar que el implicado "digiriera" lo ocurrido, y forzar su salida -"eso estaba más que claro", aseguran en el PSIB- justo después de que la magistrada concretara las acusaciones. "Todavía no ha sido formalmente imputado", aleccionó el viernes al Consell de Govern Juan Pedro Yllanes. Que el exjuez y ahora vicepresidente podemita se atribuyera la iniciativa de precipitar el cese de Gual en dicha sesión "-si hubiera dependido de mí, se habría hecho antes, es limpieza democrática", se jactó en público- ha soliviantado a sus socios.

Paralelamente, que trascendiera que la investigación dirigida por Martina Mora -una magistrada discreta y muy minuciosa- junto a la fiscal Laura Pellón lleva unos dos años en marcha, o la insólita presencia de la instructora en el registro policial en la sede de la Autoridad Portuaria, avalándolo personalmente y sin necesidad (ya estaba la secretaria judicial) despistaron a su vez a Armengol&cía. De tratarse solo de la guerra de siempre de querellas cruzadas entre grandes empresas en disputa por concesiones portuarias, ¿no habría citado la jueza a Gual en horario de mañana en los juzgados de Vía Alemania? Su detención nada menos que en el aeropuerto ¿no apunta a indicios muy sólidos en su contra?

En ese contexto, el jueves se tensionaron los ánimos. A las 8:15 de la mañana se reunían Pilar Costa, Iago Negueruela (PSOE); Fina Santiago, Antoni Noguera (Més); y Mae de la Concha, Alejandro López y Esperança Sans (Podemos). El trío amenazó con votar con el PP para obligar a Armengol a dar explicaciones ante el Parlament por el caso. Los socialistas sostuvieron que estaban haciendo su "trabajo", y advirtieron a Podemos que su desmarque implicaba "romper el Pacto". Sin matices. Més defendió el cese de Gual por ética, pero apoyando que no fuera al día siguiente porque Armengol estaba con Pedro Sánchez en La Rioja, y éste no podía producirse en ausencia de la presidenta; no compartían con Podemos el desgaste político de Armengol por un escándalo con tintes estatales, que no autonómicos. O eso dijeron.

La lealtad de los nacionalistas ha dejado buen sabor de boca en el PSIB. No les correspondió tan bien Armengol cuando se plantó inusitadamente en su día ante Biel Barceló para exigirle la salida de Ruth Mateu como consellera de Cultura por el caso Contratos: "O dimite o la destituyo, y va en serio". Y eso que no había sido siquiera imputada.

El viernes por la mañana, un inesperado WhatsApp de Gual al consejo de administración -"buenos días, el Govern tiene mi cargo a su disposición. Un fuerte abrazo a todos"- allanó el camino. Desde San Millán de la Cogolla, Armengol llevó la batuta del cese en diferido para el próximo viernes. Eso sí, sea cual sea el final del concierto, tendrá que buscarse ahora otro solista.