Los empleados de la Autoridad Portuaria de Balears (APB) en la sede del Moll Vell de Palma se toparon ayer a primera hora de la mañana al ir a trabajar con un contingente de la Guardia Civil custodiando el edificio. No podían entrar. Las oficinas eran el epicentro de una investigación por supuesta corrupción, de dimensiones todavía desconocidas, que salpica a la cúpula. Los directivos llegaron algo más tarde, detenidos y en vehículos camuflados del instituto armado, para presenciar un maratoniano registro que duró todo el día. Los agentes buscaban documentos, correos y otras evidencias sobre los supuestos amaños de Gual y su equipo.

Los agentes encargados del caso ya acudieron a última hora del jueves a la sede de la APB en Palma. Un retén de agentes permaneció allí durante toda la madrugada para vigilar los accesos, sellados toda la noche. Ya por la mañana, un grupo de guardias se desplegó por todo el perímetro del inmueble, mientras otros descargaban material en pesadas mochilas para preparar el largo registro que se avecinaba.

Joan Gual de Torrella llegó al filo de las once de la mañana en la parte trasera de un coche camuflado de la Guardia Civil. Iba sin esposas y con mascarilla; la primera gran operación anticorrupción en Balears de la era del coronavirus.

Tras él, en otro turismo, iba otro de los sospechosos junto a varios investigadores. La comitiva tuvo que esperar varios minutos porque la barrera que da acceso al aparcamiento subterráneo del inmueble no se abría. Uno de los guardias llegó a preguntarle a Gual si tenía la tarjeta para poder entrar. No hubo suerte. Finalmente, alguien consiguió levantarla desde el interior del edificio y los dos turismos se perdieron en las entrañas de la APB. Casi una hora más tarde, en otros dos vehículos también de incógnito, llegaron al menos otros dos de los directivos de la institución arrestados en la operación.

Minucioso registro

Durante todo el día, una decena de investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil escudriñaron los despachos de los sospechosos y otras dependencias del edificio. El objetivo eran especialmente los documentos que avalaran las acusaciones que pesan sobre la cúpula de la APB de haber amañado concursos y otras licitaciones públicas en favor de determinadas empresas. El abogado Eduardo Valdivia acudió a mediodía a la sede de la institución.

En la calle, reinaba la incertidumbre entre los trabajadores de la APB. Una decena de ellos permanecieron allí durante buena parte de la mañana. "Yo tenía que acabar una cosa de los presupuestos que me habían pedido", comentaba uno de ellos, que finalmente consiguió autorización para acceder al edificio durante unos minutos para llevar a cabo este trámite.

El despliegue de agentes de la Guardia Civil y la presencia de numerosas cámaras de televisión y fotógrafos de prensa llamó la atención de quienes paseaban por allí. Una chica preguntaba si se trataba de alguna recepción oficial y venían autoridades importantes. Algo desilusionada siguió su camino al comprobar que se trataba de una nueva operación de la Fiscalía Anticorrupción y que no era precisamente un cóctel de gente VIP lo que se cocía allí dentro.

El registro en el moderno edificio del Moll Vell se prolongó hasta el anochecer. Los investigadores recabaron durante horas abundantes documentos y material informático que será analizado a lo largo de las próximas semanas en busca de pruebas sobre los delitos investigados en esta operación anticorrupción.