El cerebro de la macroestafa a través de la inmobiliaria Lujo Casa, Carlos García Roldán, afirmó ayer ante el juez que no se había enriquecido a través de los engaños que le atribuyen, sino que el dinero que iba cobrando como anticipo por sus promociones lo fue utilizando para ir pagando proyectos. Sin embargo, en un momento determinado perdió su flujo de financiación bancaria y se quedó sin fondos para terminar las viviendas que había vendido, dejando a decenas de propietarios sin dinero y sin casa.

Carlos García Roldán compareció por segunda vez en el juzgado. Esta vez lo hizo a petición propia, por recomendación de su abogado Eduardo Morey. La primera vez que fue llevado ante el juez, poco después de su extradición desde Colombia, donde había permanecido escondido, se acogió a su derecho a no declarar. Ayer, sin embargo, decidió romper este silencio y contestó a las preguntas del juez, del fiscal y de su defensa.

El empresario salió en defensa de su antiguo socio, Michele Pilato, que también fue en su momento detenido. Explicó que Pilato se dedicaba al negocio inmobiliario, pero que carecía de una oficina donde trabajar. Por ello, él le alquiló un despacho en su oficina, si bien afirmó que nunca intervino en ninguna comercialización por la venta de sus promociones.

También explicó que no tiene dinero, ni patrimonio. Sobre los solares donde iba a construir las viviendas que promocionaba explicó al juez que se trataba de terrenos que no eran suyos, pero sobre los que había realizado una opción de compra tras acordar un precio. Sin embargo, al quedarse sin crédito no pudo afrontar el pago de la opción de compra, y perdió todo el dinero que había adelantado.

También explicó las razones de su precipitada huida a Colombia, donde permaneció varios meses escondido hasta que fue encontrado por la Guardia Civil. Carlos García Roldán explicó que cuando empezaron a torcerse los negocios un individuo acudió a su oficina y le amenazó con una pistola, advirtiéndole que le mataría si no le devolvía el dinero que le había entregado. Se sintió tan asustado, según señaló, que decidió marcharse y viajó hasta Colombia. Allí se sometió a varias operaciones estéticas para cambiar de imagen.

También señaló el empresario, para el que reclaman 23 años de prisión, que en su momento devolvió el dinero a alguno de sus clientes e insistió en que su intención nunca fue la de estafar, sino que pretendía terminar sus proyectos. El detenido fue trasladado de nuevo a la prisión.