Hasta tres ministros alemanes mostraron la semana pasada a sus homólogos del Gobierno español el asombro y preocupación de Berlín por los vídeos e imágenes de turistas descontrolados en las zonas calientes del ocio germano y británico en Mallorca, durante el fin de semana del 11 y 12 de julio, con la pandemia de la covid-19 aún en ciernes. El titular federal de Exteriores de Angela Merkel, Heiko Maas, habló con su colega española Arancha González; el responsable federal de Sanidad, Jens Spahn, telefoneó a Salvador Illa; el comisionado de Turismo de Alemania, Thomas Bareiss, contactó por su parte con Reyes Maroto.

El toque de atención por triplicado y al mismo tiempo, advirtiendo de los riesgos de contagio por coronavirus ante la falta de medidas y del cierre del corredor sanitario España-Alemania caló hondo en Moncloa, que lo trasladó de inmediato al Govern. El Ejecutivo balear tenía previsto atajar los excesos que iban in crescendo; la denuncia desde Berlín explica sin embargo la insólita contundencia del miércoles, cuando se anunció la clausura de Punta Ballena en Magaluf y las calles del Jamón y la Cerveza en la Platja de Palma.

"Las consultas de Alemania al Gobierno de España requerían actuar pronto y lanzar un mensaje serio", explican desde el Ejecutivo de Francina Armengol. La presidenta balear recibió el lunes por la mañana la primera llamada de Salvador Illa; el ministro de Sanidad le explicó la conversación que había mantenido con su colega germano Jens Spahn, pidiéndole explicaciones por los desmanes en la isla de los que se hacían eco los diarios alemanes. Spahn es una de las voces que ha lanzado públicamente un serio aviso esta semana: "Si hay contagio en Mallorca, cuando esos turistas regresen a Alemania traerán consigo el virus, se pondrán en peligro los esfuerzos hechos para romper la cadena de contagios y la propagación de la pandemia".

Armengol coincidió con Illa en la necesidad de trasladar un mensaje de tranquilidad a Berlín para evitar un daño catastrófico a la economía. La presidenta defendió las "medidas serias" que había adoptado Balears para evitar nuevos positivos, y le enumeró las distintas resoluciones acordadas así como el decreto ley que les daba cobertura. Armengol recordó al ministro que tan solo unos días antes de la difusión de las juergas en Magaluf y la Platja de Palma, Balears había anunciado la obligatoriedad de la mascarilla en todos los espacios públicos, que entraba en vigor ese mismo día y que en ese momento solo había impuesto Cataluña. Salvador Illa pidió a la presidenta poder compartir esta documentación con la cancillería germana. El Govern tuvo que poner entonces un equipo a traducir a toda prisa las actuaciones y las resoluciones. La traslación se hizo en inglés y tiempo récord.

Paralelamente, el mismo lunes se veían las caras en Bruselas los ministros de Exteriores germano, Heiko Maas, y la española Arancha González. Maas se exhibió distendido, dejando incluso imágenes jugando con una mascarilla negra, pero fue estricto: Las fiestas en Mallorca intranquilizaban en Berlín, cuya aportación millonaria es clave para la recuperación europea.

Había mucho en juego

"Justo acabamos de conseguir la reapertura de las fronteras en Europa. No debemos ponerla en juego con comportamientos temerarios. Si no, serán inevitables nuevas restricciones", dejó claro en público el titular de Relaciones exteriores de Merkel esta semana. Su colega española tomó nota en su charla a dos, y el martes telefoneó a Armengol para trasladarle la preocupante situación.

El mismo día, la presidenta recibió la llamada de Reyes Maroto. La ministra de Turismo española había tenido que dar explicaciones por el desenfreno en la isla a su equivalente teutón, el comisionado Thomas Bareiss.

La alerta alemana surgió efecto en el Consolat, que de común acuerdo con las conselleries de Salud y Turismo acordó el mismo martes ejecutar una medida drástica, en aras a lanzar un mensaje a los mercados internacionales.

Se precipitó así el cierre de Punta Ballena y las calles polémicas de Platja de Palma, entrado en vigor 24 horas después, el pasado miércoles. Ese día fue Armengol quien descolgó el teléfono para llamar a Madrid, en este caso al ministro de Interior. La socialista recriminó a Fernando Grande-Marlaska la falta de efectivos policiales en las jornadas previas, en aras a evitar las escenas que provocaron pasmo en Berlín. Tanto trajín ministerial entre Armengol y Madrid ha hecho saltar alguna que otra chispa con la Delegación del Gobierno, ya que en esos dos días Aina Calvo tuvo un papel muy tangencial, si bien ha salido a apoyar firmemente las decisiones adoptadas.

Marlaska se comprometió a incrementar la presencia de agentes para aplicar a rajatabla la nueva ley seca. Los grandes hoteleros (Escarrer, Fluxá, Riu) avalaron la actuación del Govern -que conllevará desgaste y polémica-, conscientes de las consecuencias de no convencer a Merkel.