Todos los expertos consultados defienden que ha llegado el momento de implementar una estrategia en Balears para poner en valor la importancia de recuperar la presencia de rayas y tiburones en estas aguas, unas especies que "mayoritariamente desaparecieron entre los años 50 y 80 del pasado siglo, no lo sabemos con certeza", comienza Antoni Grau, jefe de Recursos Marinos de la dirección general de Pesca.

"En los ecosistemas marinos bien estructurados, estos depredadores suponen, en términos de biomasa, un porcentaje mayor que el resto de peces que conforman su alimento. Y esto no pasa aquí, donde no sabemos qué ínfimo porcentaje supondrán en la actualidad. Su declive comenzó a comienzos de los cincuenta con la llegada de las embarcaciones con motores de explosión y las redes de nailon, cuando estas sustituyeron a las nasas en la pesca de la langosta", data Grau.

"Y su presencia era fundamental porque estos depredadores, muchos de ellos carroñeros, eliminaban a los peces enfermos evitando la difusión de enfermedades", continúa este experto aludiendo a que, con más tiburones y rayas en estas aguas, quizás no se hubieran expandido las enfermedades que han puesto en crítica situación a las poblaciones de nacras, a las morenas en Eivissa o a los meros en Cabrera.

El mayor problema para la recuperación de algunas especies de tiburones es que tienen una capacidad reproductiva muy baja. "Los tiburones pueden ser vivíparos, esto es, paren crías vivas y creciditas desarrolladas en su interior, u ovíparos, reproduciéndose a través de huevos que amarran en los fondos marinos. Pueden parir entre 10 y 100 crías al año, dependiendo de la especie. Para que veas la diferencia, un mero libera millones de huevos cada año. Es cierto que su mortalidad es muy alta, pero en un año bueno pueden repoblar un área muy extensa", diferencia Antoni Grau.

Preguntado acerca de qué especies de rayas y tiburones serían más factibles de recuperar en el mar balear, el jefe de Recursos Marinos apunta, en lo que a las primeras se refiere, a la raya blanca (Rostroraja alba) y a la mantelina (Gymnura altavela) que, se congratula, parece que se están recuperando.

Una raya de 40 kilos

"Las primeras pueden llegar a pesar entre 30 y 40 kilos y tener una envergadura de hasta metro y medio de punta a punta de las alas. Suelen vivir en fondos de plataforma, entre los 35 y 100 metros de profundidad, y están protegidas desde el año 2011 ya que eran captura habitual de rederos y trasmalleros", señala diferenciando que en la actualidad el sector pesquero colabora con ellos y avisa cuando detecta la presencia de especies protegidas en la lonja.

Acerca de las mantelinas, Grau revela que son de forma semicircular con una cola muy corta y que son más parientes de las rayas que de las mantas. "Mientras las rayas no tienen aguijón en la cola, las mantas, las ferrasas o pastinacas sí cuentan con uno o varios en esa extremidad. Todas las especies de rayas son ovíparas mientras que las mantas y las pastinacas son vivíparas", aclara a los profanos.

Sobre los tiburones, Grau admite que van bastante perdidos por la falta de información. "Solo podremos actuar con las especies de fondo (bentónicas). Con las pelágicas como los marrajos o tintoreras, al estar en continuo movimiento, se debería hacer un plan de protección en todo el Mediterráneo", diferencia.

Sobre los tiburones bentónicos sobre los que se podría actuar señala al alitán (gatvaire, en catalán) y a las tres especies de musola más comunes. Y acerca de cómo se podría actuar, el jefe de Recursos Marinos sugiere imponer una talla mínima para su captura, la de su primera madurez.

Las motos de agua, más peligrosas

Ya para acabar, Grau vuelve a recordar a los irredentos que aún piensan en los tiburones como una especie peligrosa para el ser humano que "son infinitamente más peligrosos los peces araña o las motos de agua con las que convivimos cada verano".

Precisamente para conseguir que el desconocimiento sobre estas especies sea menos profundo, Aniol Esteban, director de la Fundació Marilles, apunta a que es necesario elaborar un plan con el Govern balear que cuente con presupuesto y un calendario de ejecución y en el que participen todos los actores implicados: científicos, pescadores, expertos e instituciones como la suya volcadas en la protección del medio marino.

"Y debería tener tres ejes: Mejorar el conocimiento sobre su presencia y distribución; mitigar la presión pesquera que sufren ya que el 98% de las artes de pesca, tanto profesional como recreativa, pueden capturarlos y, por último, adoptar medidas de conservación más proactivas e intentar la reintroducción de alguna especie desaparecida", enumera.

En el libro rojo de los peces de Balears, revela Esteban, se cita a 34 especies de tiburones, muchas de ellas ya extintas. Por eso, el director de Marilles quiere convertirse en la amalgama para que Pesca y Medio Ambiente trabajen codo con codo ya que, en su opinión, "una buena conservación del mar traerá calidad y un futuro más prometedor a estas Islas".

Desde el pasado mes de junio la Fundació Marilles está financiando el proyecto Eggcase que desarrolla la Asociación Cayume. El enfermero veterinario Guillem Félix, uno de sus promotores, explica que se trata de recuperar huevos de rayas y tiburones pescados accidentalmente por barcos que se dedican al arrastre o al trasmallo.

Una segunda oportunidad

"Ya nos hemos reunido con la cofradía del Puerto de Andratx, detalla Félix.

Estos huevos son llevados a las instalaciones del Laboratorio de Investigaciones Marinas y Acuicultura (LIMIA) de esa localidad y allí pasan un periodo de cuarentena de entre tres semanas y un mes. "Cuando comprobemos si hay desarrollo embrionario, los pasaremos a otro tanque en el que, entre cuatro y once meses después, dependiendo de la especie, podremos tener las primeras rayas o tiburones y darles una segunda oportunidad", explica.

Félix es consciente de que este proyecto no bastará para recuperar estas especies pero sí servirá para hacer una labor de divulgación sobre ellas que erradique su mala imagen con las de unas tiernas e inofensivas crías devueltas al mar y permita adquirir más conocimientos para actuar posteriormente sobre otras.

Biel Morey, biólogo marino, vicepresidente y cofundador de Save the Med y miembro del grupo de especialistas de tiburones de la UICN, es el brazo ejecutor de la otra iniciativa puesta en marcha por Marilles para obtener más información sobre el estado de conservación de las rayas y tiburones.

"Se tratará de una especie de repetición de un estudio que realicé en el año 2009 en la lonja de Palma, lamenta Morey que, en la misma línea que Grau, aboga por regular que todas las musolas de menos de 75 centímetros deberían ser devueltas al agua si se quiere proteger al mar balear. "O eso, o establecer vedas de dos años para su pesca", propone.

Ya para acabar Morey se muestra cauteloso a la hora de intentar reintroducir especies antes comunes de tiburones como el angelote. "Primero hay que ver si las poblaciones de los que los traes son robustas para soportar la merma y después debes cerciorarte de que las causas que los hicieron desaparecer de aquí no persisten. Quizá con la ampliación del parque de Cabrera tengamos un área idónea para futuras reintroducciones", propone abriendo un brazo de mar seguro para estas especies.