Punta Ballena, conocida como la calle que nunca duerme, se resiste a entrar en una hibernación forzada que dé al traste con toda la temporada. Empresarios de la zona, poco dados históricamente a concertar acciones comunes, expresaron ayer su intención de iniciar acciones judiciales contra el cierre de establecimientos decretado por el Govern.

Durante todo el día, se sucedieron las reuniones entre los empresarios, en las que, en tono indignado, denunciaron la "actitud autoritaria" del Ejecutivo autonómico y aseguraron sentirse "abandonados" por su Consistorio.

"Si mañana me voy delante de un hotel y empiezo a dar saltos encima de un coche, ¿cerrarán el hotel?", se preguntaba, retóricamente, el empresario Alejandro Jara, con una decena de locales en la zona. Aludía así al vídeo viral que se difundió la semana pasada en el que se veía cómo un reducido grupo de turistas se encaramaba a un vehículo.

"El problema es de orden público. Lo que pedimos es que haya cuatro policías fijos que patrullen Punta Ballena y que ejerzan de fuerza de choque, de fuerza visible", agregó Jara, quien aventuró que "alguien poderoso está intentando desplazar la marcha de Punta Ballena a otra parte".

La indignación se palpaba en los corrillos, en los grupos de WhatsApp y en la asamblea que se convocó por la tarde.

Algunos empresarios contaban cómo habían hecho importantes inversiones durante el invierno en sus locales. "Mire este interior, estos sofás, esta iluminación, ¡todo nuevo!", decía uno de ellos señalando con la mano su local. "¿Cómo devuelvo yo ahora el préstamo que pedí?", se lamentaba amargamente.

Los afectados por el cierre se quejaron de ser los "cabezas de turco" de un periodo de desconfinamiento en el que, aseguraron, las aglomeraciones sin control sanitario se han visto en chiringuitos de playa, en casas particulares y en barcos.

"Esto es la ruina"

Entre los locales clausurados por un periodo mínimo de dos meses (prorrogable), no sólo hay locales de ocio. Hay negocios de tatuaje, comercios, take away... Miquel Bauçà, que regenta una hamburguesaría, aseguró: "¡Esto es una ruina! ¿Cómo se supone que voy a dar de comer a mis hijas?". Bauçà recordó que la temporada es corta, que apenas llega hasta octubre, pero que los gastos son invariables: "Aquí se pagan alquileres muy altos".

Los empresarios consultados afirmaron que no entendían cómo el conseller de Turismo, Iago Negueruela, había podido afirmar: "No nos merecemos ni esos turistas ni esos empresarios. No los queremos, que no vengan". "El único turista malo es el que no viene", enfatizó Herminio Fresco, al frente del Prince Williams desde el año 1982. "¿Y a los hoteles no les dicen nada? Siguen dando alcohol en el todo incluido", apostilló. "Yo creo que hay alguno que se quiere promocionar haciendo esto, para demostrar quién la tiene más larga", argumentó Jara.

"Los turistas son todos bienvenidos. No hace falta que sean todos millonarios. La gente trabajadora también tiene derecho a vacaciones", agregó.

Críticas al Ayuntamiento

Las críticas al Consistorio calvianer eran una constante entre los empresarios de la zona. "Nos sentimos abandonados", era el lamento más frecuente. "Yo abrí el viernes pasado, sólo con las terrazas. Hemos cumplido con lo que nos habían dicho y ahora nos hacen esto", dijo Daniel Hernández, quien lleva el Red Lion.

Cuando se les preguntaba si creen que esto será la "estocada final" para Punta Ballena y el modelo que representa, la respuesta era un unánime "No". "La gente seguirá viniendo si aquí encuentra ambiente", contestaban. Y recordaron que una de las primeras preguntas que suelen hacer en el hotel todos los turistas que llegan a Magaluf es: "¿Dónde está Punta Ballena?".