DJ, gogós, camareros, vigilantes de seguridad y control de accesos, limpiadoras... hasta medio millar de empleados del ocio nocturno, incluso muchos dueños de pubs y discotecas (Cursach no estaba), se concentraron ayer a mediodía en el Parc de la Mar para dirigirse al Consolat y exigir al Govern que permita reabrir a los grandes y ampliar el horario de cierre de los pequeños. En este peculiar after sin fiesta, en vez de música hubo silbatos, tambores, megáfonos, petardos y frases coreadas, como "bailar sentados no es bailar", en referencia a la popular canción de Sergio Dalma. Sin embargo, los clientes de los locales con un aforo de más de 300 personas tampoco pueden moverse en los taburetes, porque han sido cerrados para evitar brotes de Covid-19.

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Empresarios y trabajadores exigen la reapertura de los locales de ocio nocturno

" Es la única comunidad donde ocurre esto, en el resto del país pueden abrir cumpliendo con las medidas de seguridad" , reprocha Emilio Amat, uno de los socios de la discoteca Lunita, situada en la zona turística de Can Pastilla. Y por eso "pasa lo que pasa", añade, "que la gente se concentra sin control en las calles de la Cerveza y Punta Ballena, las terrazas de los bares, los polígonos industriales, las casas con fiestas ilegales que no pagan impuestos... Nosotros somos parte de la solución, no el problema, porque si nos dejasen retomar la actividad, todo el que quiere marcha estaría en lugares con control de aforo y respetando la normativa", destaca.

El mismo argumento esgrime Alfonso Céspedes, que trabaja precisamente como controlador de accesos del Megapark, en la Platja de Palma. "Es mucho más fácil para las administraciones y la Policía vigilar estos negocios que los botellones, fiestas por toda la isla, restaurantes donde montan discotecas encubiertas y lo que estamos viendo estos días". Pone como ejemplo que "acaban de llegar al Arenal de Llucmajor, advierte.

La respuesta se encuentra en las agencias que organizan dichos viajes de jóvenes, como Abitours y Maxtours, ya que no informan de la clausura en sus páginas web, sino de todo lo contrario: "Crazy Island Mallorca", "fiesta ilimitada" e "innumerables bares y discos en una zona de fiesta" son algunos de los reclamos, a los que les siguen explicaciones de lo que ofrecen el Bierkönig y el Megapark. Y lo que sucede cuando los chicos llegan lo resume Ricardo Eiguchi, un trabajador de la noche jubilado que se sumó a la manifestación: "Pese al engaño y la decepción inicial, no se van a ir a dormir a las diez de la noche, sino que hacen la fiesta por su cuenta".

Rafael Bover, el propietario de Bamboleo, en la calle del Jamón, reunió en la concentración a sus empleados en ERTE, alrededor de 70, fácilmente identificables por las gorras rojas que llevaban. Este viejo lobo de la noche -"soy el más antiguo", destaca- sabe que "abrir es muy delicado y hay que hacerlo respetando los protocolos para evitar lo ocurrido en la calle de la Cerveza, un desastre", según sus palabras. "Los turistas que vienen tienen muchas ganas de fiesta, pero nosotros no dejamos que dentro del local haya excesos", añade. Lamenta la deriva de los "últimos cuatro o cinco años, con gente cada vez más joven y más desmadrada"; y a pesar de que asegura que nunca ha querido este tipo de visitante, ha tenido que "adaptarse a lo que traen los hoteleros. No les puedes prohibir la entrada si no han hecho nada", alega. De todos modos, si les dejan abrir, "los controladores vigilarán que se cumplan las normas".

El paseo Marítimo

La convocatoria de la asociación balear de ocio nocturno (Abone) también congregó a numerosos perjudicados del paseo Marítimo, donde los pubs pueden abrir con restricción horaria hasta las dos de la madrugada. "Casi no sirve para nada, ya que mucha gente que sale a cenar y termina a la una, ni llega hasta aquí, porque saben que poco después vamos a tener que cerrar", tal como explica Abel González, que regenta La Bolsa, el Mirablau, La Bodeguita del Medio y el Náutico 21. Este año solo ha abierto dos y ha reducido drásticamente el personal. Confía en que el Govern recapacite y les escuche, debido a que "todo es una rueda a la que tenemos que empujar juntos para que el ocio nocturno no muera".