Carlos Gómez, el magistrado del TSJB que instruye la causa contra el juez Penalva y el exfiscal Subirán, ha rechazado uno de los informes que han entregado los dos inspectores que intentan desmontar la causa del llamado caso Cursach. Se trata del informe número 7, en el que los dos policías acusaban a juez y fiscal de cometer graves irregularidades en la toma de declaración de uno de los testigos protegidos. Se trata de un individuo conocido en el ambiente policial por dedicarse al juego del trile, quien acusó a una serie de agentes de quedarse con los beneficios económicos de su actividad, así como otra serie de irregularidades. Los policías criminalizaban que tras su declaración, el juez Penalva hubiera levantado una orden de destierro contra este individuo y que lo hacía como compensación por la declaración incriminatoria que había realizado.

Sin embargo, el esfuerzo policial por denunciar las graves deficiencias de la instrucción de la trama corrupta de la Policía Local, que derivaría después en el caso Cursach, ha sufrido un revés. El juez Gómez, en un corto pero contundente auto, señala que los datos que "se ofrecen en el atestado policial no permiten deducir que las personas investigadas en la presente causa cometiesen delito alguno contra la administración de Justicia, puesto que actuaron siempre en la creencia de que el testigo protegido. Además, el magistrado entiende que las conclusiones que alcanza la Policía, denunciando la ocultación intencionada de pruebas, así como la connivencia de juez y fiscal con el testigo protegido y el trato de favor que se le dispensó para que "declarase en un cierto sentido, son hipótesis carentes de base indiciaria suficiente para ampliar la presente causa". Por otra parte, el juez del TSJB sí acepta como prueba una serie de más de 80 grabaciones, que juez y exfiscal han realizado a los testigos que en su momento interrogaron en el caso Cursach, para demostrar que en ningún momento, en contra de lo que sostiene ahora la Policía, les coaccionaron para que declararan lo que a ellos les interesaba. Son grabaciones telefónicas, que algunos abogados de la acusación particular ya han cuestionado, que Penalva y Subirán han realizado en los últimos meses para defenderse. Y lo han hecho para demostrar que no es cierto, como sostiene ahora la Policía, que algunos testigos, o incluso imputados, firmaran actas de declaración, que no respondían a lo que ellos habían manifestado. Estos más de 80 testigos reconocen en la conversación que en su momento declararon de forma libre, sin ningún tipo de coacción o intimidación del juez y fiscal. De hecho, algunos incluso le agradecen al fiscal que les hubiera ayudado, después de denunciar que durante años habían sufrido el acoso policial porque formaban parte de la competencia a Cursach. Se da la circunstancia de que, salvo uno de ellos, ninguno de estos testigos, cuyas declaraciones aparecen en la causa, hayan sido llamados hasta ahora por la Policía.

En una de las grabaciones se desprende que un testigo sí fue llamado a Jefatura, pero que se marchó sin que le tomaran declaración, después de ratificarse en la versión que mantuvo ante el juez y el fiscal. Se trata de un funcionario de Cort, que tras estallar el caso ORA, denunció que se estaban destruyendo carpetas con documentos del concurso. Esta declaración se utilizó para justificar el ingreso en prisión de algunos detenidos.

No descarta que el testigo 26 hubiera mentido

El magistrado Carlos Gómez no descarta tampoco que el testigo protegido número 26 hubiera podido mentir cuando declaró ante el juez Penalva y el entonces fiscal Subirán. Si no contó la verdad, como ahora sostiene la Policía Judicial, podría haber cometido un delito de falso testimonio. Ante esta posibilidad, el juez del TSJB ha ordenado que el informe policial señalado como número 7 sea enviado al juzgado decano de Palma. Desde allí puede ser remitido a otro juzgado para que se investigue si el trilero pudo contar mentiras cuando declaró. Gómez pide que se le informe de las actuaciones que realice el juzgado que asuma este asunto.