La crisis sanitaria de la Covid-19 cambió por completo el escenario de la prostitución en las islas. Con el confinamiento, las mujeres que ejercen sufrieron más violencia por parte de los proxenetas, explotación con respecto al cibersexo y una reducción en sus sueldos.

Así lo explicaron las Hermanas Oblatas de Europa, una congregación religiosa que ofrece ayuda y asesoramiento a fin de que estas mujeres puedan replantearse un cambio de vida. Esta agrupación presentó ayer un informe para estudiar el impacto que ha tenido la crisis del coronavirus sobre las prostitutas y de qué forma han intentado ayudarlas.

En el caso de Balears, la media de las chicas a las que atendieron pasaron de 250 a 376 durante el estado de alarma. Según explicó Magdalena Alomar, coordinadora del proyecto del Casal Petit en Palma, esta crisis agravó la situación del colectivo: "Durante este tiempo han aumentado mucho el número de demandas en toda la isla. Lo que hemos hecho es ofrecer seguimiento telefónico, atención psicológica y asesoramiento en trámites administrativos". El hecho de que tuvieran que pasar tanto tiempo encerradas en los propios clubs de alterne provocó que la violencia aumentara de forma considerable.

Necesidades básicas

Otro de los principales problemas que sufrió este colectivo en esta etapa fue la falta de dinero para cubrir sus necesidades básicas. De esta forma, los clubs se aprovecharon de la situación para obligar a las mujeres a realizar prácticas que no querían hacer, como el cibersexo. "He escuchado a alguna mujer decir que ha cobrado cinco euros por una videollamada en Whatsapp. El miedo que tienen es que estos vídeos se conviertan en pornografía y se difundan", declaró Begoña Vera Guanche, coordinadora del proyecto en Las Palmas de Gran Canaria, durante la presentación del informe.

Para solventar estas dificultades, las Hermanas Oblatas brindan ayudas económicas en coordinación con las instituciones públicas. En Balears, el Govern ha sido el encargado de proporcionar algunas de las subvenciones para este colectivo. Así lo confirmó la coordinadora del proyecto en la isla, Magdalena Alomar: "Desde la conselleria de Asuntos Sociales nos han ayudado a nivel económico. Hemos intentado dar respuesta a todas las mujeres que solicitaban este apoyo".

Pero no son sólo ayudas económicas lo que necesitan estas mujeres para buscar un nuevo proyecto de vida. La vivienda es otro de los factores fundamentales en un momento donde el precio del alquiler en las islas está subiendo cada vez más. Por ello, esta agrupación religiosa también intenta ofrecer viviendas para que puedan ser ocupadas: "Tenemos pisos de acogida para estas chicas. Durante el confinamiento hemos tenido casi todas las plazas ocupadas", subrayó Alomar.

La pandemia ha significado un duro obstáculo para estas mujeres. Sin embargo, con las ayudas económicas y psicológicas, este obstáculo podría suponer un punto de inflexión en sus vidas.