Un día de estos, un epidemiólogo subirá a la tribuna y demostrará con datos incontestables que todos estamos muertos. El Govern sumiso ordenará entonces que nos enterremos o nos incineremos obligatoriamente, tras unos funerales desde luego laicos. Así ha actuado al aplicar el argumento moral de la relajación de costumbres para imponer el collar de la mascarilla sin discriminación de culpables.

Aparte de propinar un bofetón a la industria turística y a la libertad, el negocio de un año de mascarillas en Balears se eleva por encima de los mil millones de euros, una cifra que sabrá estimar con mayor exactitud la farmacéutica Francina Armengol. Por cierto, la misma presidenta que se fue al Mercat de s'Olivar sin mascarilla, y se encaró altiva con la ciudadana que se lo reprochó. Sería impropio exigirle una rectificación.

Si un articulista mallorquín hubiera defendido la mascarilla obligatoria desde marzo, los fieles conservadores y progresistas le hubieran culpado de espantar a los turistas, de practicar el terrorismo contra la industria patriótica. Ahora que el Govern castiga con la prenda que tachaba de estéril, la mitad del rebaño aplaude con entusiasmo el celo inquisitorial.

¿Cuántos mallorquines fallecidos por el coronavirus se contagiaron paseando por la calle desprovistos de mascarilla? La cifra es tan exigua que no admite consideración estadística. Claro que el tapabocas solo proporcionaba en aquellos tiempos una "falsa seguridad", según las mismas autoridades que ahora avalan el negocio de mil millones anuales. Es decir, el Govern progresista ha conseguido que el coronavirus se propague por la vía pública, a la vista de las medidas que adopta a posteriori.

¿Cuantos mallorquines se han contagiado del coronavirus por padecer obesidad o por tabaquismo? La cifra es abultada, pero se elude igual que el hacinamiento en aviones. No se trata de mantener a la ciudadanía sana, sino callada. Todas estas medidas represivas son adoptadas contra la Mallorca del ERTE por funcionarios protegidos del cotronavirus en despachos con aire acondicionado, y que no han sufrido ni un euro de merma en sus haberes.