Un hombre ha sido condenado en Palma por acosar a su expareja durante más de un año al no aceptar la ruptura de su relación sentimental. El acusado, de acuerdo con la sentencia que le impone 40 días de trabajos comunitarios, hostigó a la víctima con numerosos mensajes, se presentó en los lugares que ella frecuentaba o en el colegio de sus hijos, y llamó a la nueva pareja de ella para saber dónde estaba. Una situación que se prolongó durante meses y que alteró el modo de vida de la víctima hasta que un juzgado de violencia sobre la mujer dictó una orden de protección.

La Audiencia Provincial de Palma ha confirmado la sentencia de un juzgado de lo penal de la ciudad que declaró al acusado autor de un delito de coacción leve. Además de los trabajos en beneficio de la comunidad, el fallo le impone una orden de alejamiento de su excompañera durante un año y medio y la privación del derecho a la tenencia y porte de armas durante el mismo periodo.

Los hechos ocurrieron, según declara probado el fallo judicial, desde que en mayo de 2017 la perjudicada puso fin a la relación con el hombre. El acusado, con intención de perturbar la vida cotidiana de su exnovia, empezó a hostigarla para que volviera con él. El hombre le remitía de forma sistemática mensajes en los que le pedía que volviera con él. "Deja de hacer el tonto; estamos hechos el uno para el otro; puedes volver a quererme; no quiero separarme de tus hijos", le decía. También recibió la víctima varias llamadas de teléfono en los que el acusado, a gritos, le exigía que le dijera dónde estaba.

La situación de acoso fue creciendo con el paso de los meses y se intensificó entre abril y junio de 2018. El hombre empezó a acudir a los lugares donde solía estar la mujer, así como en su domicilio y en el colegio de sus hijos cuando no conseguía localizarla.

También se ponía en contacto con el nuevo novio de ella para que le dijera dónde estaban y en una ocasión entró en la casa de ella para llevarse un generador. En otra ocasión, detuvo su vehículo junto a la víctima y empezó a hacer sonar el claxon mientras le tiraba besos y se burlaba.

La víctima acabó presentando una denuncia contra su expareja y un juzgado de violencia sobre la mujer dictó, en junio de 2018, una orden de protección en favor de ella. Esta medida puso fin a la situación de acoso.

La mujer denunció también que el acusado le había enviado varias fotos de contenido sexual tras su separación, pero la sentencia no considera probado que lo hiciera.