Platja de Palma despierta del letargo con mucha incertidumbre y una moderada dosis de ilusión. Tres hoteles -Riu Concordia, Riu Bravo e Iberostar Cristina- acogerán a partir de mañana a los primeros turistas germanos de la temporada, y a su alrededor reinician su actividad bares, restaurantes, supermercados y tiendas de souvenirs. Sin embargo, todavía son pocos los que se animan a arrancar una campaña indescifrable.

Este diario visitó el pasado viernes la zona cero de la reactivación turística de la isla para tomar el pulso de la llamada oferta complementaria. A escasas horas de que aterricen los dos primeros vuelos procedentes de Frankfurt y Dusseldorf, los estados de ánimo son muy variables.

Hay un optimismo contenido en el restaurante Mama Mú, a pocos metros del Riu Concordia. "Estamos con muchas ganas de empezar la temporada, a estas alturas todo esto estaría al 99%", relata Sacha Martínez. "Hemos sufrido bastante, pero ya lo tenemos todo preparado para atender a todo el mundo con seguridad. Solo nos faltan los turistas y estamos deseando que lleguen ya. Nos morimos de ganas de trabajar", enfatiza Martínez.

El restaurante ha permanecido abierto todo el invierno. "Hemos hecho comidas para repartir a domicilio y también hemos colaborado con asociaciones como Tardor y Zaqueo", destaca esta trabajadora.

El plan pilotoplan piloto -una especie de ensayo general para la temporada alta- contempla la llegada de más de diez mil turistas a la isla a lo largo de las dos próximas semanas. Además de los tres citados hoteles de la Platja de Palma, parte de ese contingente será alojado en dos establecimientos de Alcúdia.

El coronavirus puede llegar en avión y sobre el sector planea la amenaza de un brote que pueda dañar la reputación de la zona como destino seguro. "Dependerá de que todos seamos responsables, nosotros y los turistas, pero pienso que el virus está en retroceso", afirma Christian Lafourkd, propietario del restaurante Zu Krone, próximo al Riu Concordia.

Este empresario, que abrió el 11 de mayo, aguarda expectante la llegada de los primeros visitantes del curso. "Hasta ahora hemos trabajado con residentes y en esta zona es complicado. Empezó a haber algo más de movimiento cuando se abrieron las playas al inicio de la fase 3, pero estamos haciendo el 15% de caja de lo que hacíamos un día normal de junio", lamenta.

También hay signos de vida en los alrededores del hotel Iberostar Cristina. El supermercado Mari Loli ha resistido mejor que otros la embestida del coronavirus y el vacío de turistas. "Hay gente aquí que lo ha pasado muy mal. Afortunadamente nosotros hemos trabajado muy bien con los residentes porque tenemos servicio de frutería y charcutería, y durante el estado de alarma nos hemos mantenido con la gente que vive aquí", indica Juan Adrián Silva.

El sector iniciará mañana un camino que puede torcerse seriamente si surge un brote. "En la tienda procuramos tomar todas las precauciones. Pero todos, turistas, residentes y trabajadores, tenemos que ser responsables porque un rebrote importante sería la perdición total. Si somos cuidadosos, creo que podremos sobrellevarlo bastante bien", indica este trabajador.

Asiente a su lado María Ortega, que en todo caso no se hace ilusiones con la campaña estival más allá del 1 de julio, cuando está prevista la apertura del archipiélago a todo el turismo: "La temporada no se presenta boyante, nos tendremos que conformar con cubrir gastos".

La promesa del inminente aterrizaje de los primeros visitantes ha animado de momento a pocos negocios a subir la barrera. Hay poco movimiento en la calle y el tiempo desapacible tampoco aconseja relajarse en la playa, insólitamente vacía a estas alturas de junio. "Lo tenemos muy mal para recuperar el nivel de ventas del año pasado. Normalmente en abril y en Semana Santa ya funcionamos muy bien, pero eso ya está perdido. Llevamos cero facturación, por muy bien que vaya julio y agosto será difícil recuperarnos", afirma Ignacio Gutiérrez, que regenta el supermercado 2000.

A escasos metros del Iberostar Cristina, este establecimiento está completamente enfocado al turismo. Gutiérrez acaba de reabrir y lleva toda la mañana desinfectando el establecimiento. "Es necesario que el turismo venga tranquilo y con confianza, ya tenemos ganas de volver a ver a gente por aquí. Estamos a la expectativa, a ver cómo va, pero de momento falta información", añade.

Hay más trajín de residentes en el centro comercial la Ribera, próximo al hotel Riu Bravo. También allí bares y restaurantes como el del austriaco Mario Vennemann esperan ansiosos el punto de inflexión que supondrá mañana la llegada de los primeros visitantes. "Abrí el lunes y hasta ahora ha venido poca gente, básicamente clientes españoles. Espero que a partir de la próxima semana vaya un poco mejor, aunque todavía no habrá mucha diferencia", indica.

"No tengo miedo de rebrotes. Vendrán miles de turistas, pero no el lunes, será progresivo", subraya.