La Memoria de actividad de Càritas en 2019 se complementa con los datos que arrojó el año pasado el informe Foessa y que presentaron responsables de la entidad dependiente del Obispado de Mallorca. El documento ponía el acento en el fuerte desequilibrio que había en las islas entre ricos y pobres, y en el hecho de que los altos precios de la vivienda la habían convertido en un factor de exclusión social.

"El informe establecía de manera muy clara la tendencia de la evolución social, y señalaba que una característica ineludible de esta evolución sería la fragilidad de muchas familias de las islas. En su momento nos orientó y nos puso en una dirección que la realidad validó y que ahora se ha agravado", valoró ayer el delegado de Acción caritativa y Social de Càritas, Mateu Tous.

"Eso nos ha permitido reaccionar de manera rápida, incluso en esta situación de desbordamiento en la que nos vemos obligados a trabajar", señaló Tous en referencia a la crisis derivada del coronavirus.

El informe cifra en alrededor de 243.000 personas de las islas que viven en exclusión social (un 21% de la población). Y dentro del resto, de los que forman parte de la llamada "sociedad integrada", hay un importante grupo que hace equilibrios para salir adelante y que el documento cuantifica en unas 211.000 personas.

Son quienes en un contexto más amable apenas contaban con una red de protección y que corren el riesgo de perderla a consecuencia de la pandemia. De este modo, llueve sobre mojado en un archipiélago que verá agrandar su ya amplia brecha social.