Es lunes [ayer] y se inaugura la fase 3, la última para la esperada nueva normalidad. Dos personas mayores están sentadas en uno de los bancos de la plaça del Metge Duet de sa Pobla, donde se encuentra la residencia de ancianos, el centro de día y también la escoleta municipal Huialfàs. A pocos pasos de entrar en este último edificio, pintado con colores chillones y decorado con frases sobre la infancia que arrancan una sonrisa incluso al adulto más pesimista, ya se oyen críos corretear, balbucear algo que parece un saludo y llorar. Bendita nueva normalidad, que trae algo de alegría: "Los pequeños ya tenían muchas ganas de venir, y nosotras también de verlos, todo está yendo mucho mejor de lo que nos pensábamos, estamos muy contentas e ilusionadas", dice la directora del centro, Paula Caldés. Ayer recibieron a sus 12 primeros alumnos de entre 0 y 3 años, todos los que habían hecho la petición de manera voluntaria, "ninguno se ha quedado fuera, porque por espacio podríamos tener más. Seguimos con las peticiones abiertas por si hay algunas familias que dentro de poco empiezan a trabajar y necesitan nuestro servicio", continúa explicando la directora.

Durante los días previos a la apertura, en el centro ya había actividad. Las maestras, junto al personal de limpieza, quitaron todos los muebles y juguetes que no eran indispensables para los más pequeños, y se desinfectó absolutamente todo lo demás con esmero. Algunas familias se acercaron hasta la escoleta Huialfàs para recoger el material de sus bebés, lo que había quedado allí durante el estado de alarma: "Algunos padres y madres venían con los pequeños, que se querían quedar con nosotras. Cuando no están aquí quizás no se acuerdan de la escoleta, pero luego nos ven y nos reconocen, a las maestras y al lugar", comenta Caldés mientras tres niños y una niña de 2 y 3 años corretean por todo el patio gritando, emocionados: "Todo les parece nuevo, cualquier cosa les impresiona", apunta la jefa de estudios, Antònia Gelabert.

Todas las maestras van con mascarilla. En las entradas del edificio hay un desinfectante para los zapatos (los alumnos y las maestras se los cambian antes de entrar y utilizarán los mismos siempre dentro del edificio) y en cada aula hay gel hidroalcohólico. "A primera hora de la mañana, cuando han llegado entre 8:30 y las 9 horas, los niños respetaban más la norma de la distancia de seguridad, ahora ya es casi imposible", señala la directora. Ante esta situación, una solución: "Al ser suficientes maestras, intentamos que en cada grupo [de momento hay cuatro] haya dos de nosotras para vigilar bien si se tocan la cara o si se intercambian alguno de sus objetos individuales para poder limpiarles enseguida, tenemos claro que hay que estar muy pendientes de la limpieza y la higiene", asegura.

A las 16:30 de la tarde han venido a buscar al último niño, y llegaba la hora de ventilar y limpiar todo otra vez. El primer día de reencuentro ha sido emocionante, aunque la directora no se olvida de todo el trabajo hecho durante el confinamiento: "Hemos estado en contacto con todas las familias para no perder el vínculo, y todas las maestra han realizado actividades con los más pequeños de manera telemática".

En la escoleta municipal de Campanet también ha habido movimiento. Un total de seis pequeños se han reencontrado con sus maestras, que previamente habían preparado el espacio para recibirlos. La alcaldesa del municipio, Rosa Maria Bestard, recuerda que tienen que capacidad para recibir a más alumnos, y que toda la plantilla está lista para cuidarlos. Lo mismo pasa en Deià, donde dos maestras han cuidado a siete niños durante este lunes de reapertura.

En Calvià, municipio que tiene hasta diez escoletes municipales, con un total de 465 plazas para alumnos, esperan que durante estos días aumenten las peticiones, a medida que las familias vayan incorporándose a su trabajo. De momento, son 68 los pequeños que han vuelto a las aulas y han vuelto a ver a sus amiguitos. Al no llegar al 50 por ciento de la ratio, recuerdan que tienen capacidad para acoger a más alumnos. demás, desde el ayuntamiento, señalan que no han cobrado los dos meses de estado de alarma a las familias, y que a todos aquellos que puedan demostrar que han sufrido una bajada de ingresos por el coronavirus no se les cobrará los meses de junio y julio si necesitan este servicio municipal.

Cerradas las de Pollença y Alcúdia

De momento, las escoletas municipales de las localidades de Pollença y Alcúdia permanecen cerradas de cara a los alumnos.

En Alcúdia tienen previsto abrir a partir del 22 de junio, una vez se haya levantado el estado de alarma. En estos momentos, se están poniendo en contacto con todas las familias afectadas por el cierre de puertas de las escoletas para saber cuantas solicitudes y demandas hay, con la intención de organizar de la mejor manera posible la vuelta a las aulas de los más pequeños del municipio y garantizar la seguridad de todos.

En Pollença pasa lo mismo: siguen organizándose y analizando las solicitudes. El regidor de educación del municipio, Josep Marquet, subraya que, de momento, no hay muchas: "Muchos de los usuarios trabajan en el turismo y aún no han vuelto al trabajo. Casi no hay demanda, irá aumentando de manera progresiva, al mismo tiempo que el turismo se reactive en la zona norte", explica. Mientras tanto, el trabajo que queda es limpiar, desinfectar y adecuar los espacios a la normalidad que se acerca.