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Boulevard

El Pacto estalla en tres pedazos por una ley de derechas

Según la presidenta de los empresarios, Balears (226 muertos por coronavirus) es un "destino seguro" con un sistema sanitario superior a Grecia (180 muertos) o Croacia (103 muertos)

La Ciutat que queremos, solitaria y embellecida por los buitres del grafiti después de atravesar la pandemia.

En vísperas de las autonómicas de 2019, el Consolat respondía al descontento creciente entre los votantes progresistas con un diáfano:

—¿Y qué van a hacer, votar al PP de Biel Company

Los electores se contuvieron entonces, pero los auténticos diputados progresistas han propiciado esta semana el mayor batacazo parlamentario del tercer Pacto de Progreso en cinco años. A costa de un Decreto-Ley contra la izquierda que no sirve a la derechaDecreto-Ley contra la izquierda que no sirve a la derecha. Es el famoso complejo de Tío Tom que acecha al PSOE mallorquín, envidioso que no enemigo de los conservadores.

El Pacto ha estallado en tres pedazos, por culpa de una ley en favor de hoteleros y constructores que al PP le hubiera avergonzado aprobar. El PSOE monolítico es partidario de hundirse solo, ahora paga con retraso y creces el maltrato que brindó a sus socios en la gestación del Govern. El anodino Podemos que perdona deudas de juego alumbra un disidente en su representación menguante. Y Més per Menorca se consolida como la única fuerza progresista del Parlament, con Josep Castells erigido en sucesor de Joan López Casasnovas.

Descontados Podemos y Més tras fragmentarse en IU y en Menorca, el PSOE ha de aferrarse al El Pi. Es decir, a la Unió Mallorquina de Josep Melià, que ya era diputado cuando UM hundió al segundo Pacto de Progreso en la corrupción. La política mallorquina es cíclica. Y si es una aberración que los comunistas voten con Vox, muy grave tiene que ser el insulto socialista para haber suscitado ese agravio.

Si se realizara una encuesta sobre el partido más seguro de sí mismo en Mallorca, el PSOE ganaría de calle. Le sobran motivos. Ha anulado a la oposición, ha fagocitado a los socios, ha jibarizado hasta la dimensión de comparsas de pago a empresarios, sindicatos y a una sociedad civil más perniciosa para la isla que la sociedad covid. De ahí el valor añadido del garrotazo parlamentario, por culpa de una ley chatarrera que ha brindado a Company el mayor triunfo de su trayectoria renqueante.

Cuando el precio que paga un socio al traicionar un pacto votando con el enemigo es inferior al coste de mantener la fidelidad a la alianza, el gobernante tiene un problema. Francina Armengol no es la responsable, sino la autora de lo ocurrido. La presidenta se siente superior a Podemos y Més. Lo es, pero los cementerios políticos rebosan de personajes indispensables, y un virus acaba de recordar que ningún ser humano tiene nada de especial. En cuanto al propósito de la enmienda, la historia mundial no registra un solo ejemplo en que un gobernante mundial recuperara la modestia. Al revés, la tentación apunta a confinarse en la burbuja del Consolat, el cocooning.

Estoy enganchado al concurso Jo en sé + que tu, pero lo desatiendo un momento para recordarles que Carmen Planas no acostumbra a ser infalible. La presidenta de los empresarios subrayó el jueves que "una de las ventajas" turísticas de Balears (226 muertos por coronavirus) es su "sistema sanitario excelente", lo cual la convierte en un "destino seguro" por comparación con "Grecia (180 muertos) o Croacia (103 muertos)". En fallecimientos por millón de habitantes, multiplicamos por diez a croatas y griegos. Esperemos que los emprendedores que han de sacarnos de esta crisis calculen mejor que su máxima responsable. Qué gran oportunidad para citar a Wittgenstein, en "De lo que no se puede hablar, hay que callar".

El Consell de Mallorca de ultraizquierda paraliza las reformas ecologistas en la Vía de Cintura con la excusa del virus, pero acelera la autopista a Campos. Todo ello en una isla donde ha comenzado la okupación de los grandes chalets de extranjeros, aprovechando que sus propietarios no pueden acceder a sus viviendas. El trance no se resuelve con la estéril intervención policial, sino pagando la cantidad consiguiente. En la imagen que hoy nos ilustra, así se va empobreciendo la Ciutat que queremos, solitaria y pasto de los embellecedores buitres del grafiti después de atravesar la pandemia.

Reflexión dominical digital: "El PP y Vox no protestaron por el nombramiento a dedo de Pérez de los Cobos".

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