—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Qué se juega?"

—Nunca he jugado ni quinielas, ni loterías, ni máquinas, ni casino, ni cartas. Un cero a la izquierda, pero entendí que Mallorca funciona si hay empresarios meneándose.

—Jugar es aburrido.

—Es entretenido si se concibe como una actividad lúdica. El empresario quiere conservar al jugador. Si lo quemas en el salón, no vuelve en la vida.

—El Govern les ha perdonado por Decreto diez millones del canon del juego, ni los hoteleros.

—Te recuerdo a Mao, "solo el que ha investigado tiene derecho a hablar". En realidad son algo más de cuatro millones, el 75 por ciento de un trimestre sin ingresos.

—Este descuento no se consigue sin presión.

—Todos y cada uno de los gobiernos autónomos lo han acordado, algunos más que Balears. Cualquier juez lo hubiera visto, si no hay terrazas, no hay ingresos.

—Vale, ¿y del grupo de presión?

—Solo defendemos criterios fundamentales, ya nos dan bastante por saco el juego online y el público. Los empresarios son protectores de su bien más preciado, esos veinte, treinta o cien jugadores que no solventan ni los gastos del salón.

— "No somos tan malos como nos pintan", dice.

—Se habla muy rápido de adicción y de escurabutxaques. Desnudan a los salones de juego, mientras aceptan la publicidad masiva de las casas de apuestas.

—No es un sector que se ande por las ramas para defenderse.

—Es un sector enormemente tímido a la hora de defenderse. No hacemos grandes declaraciones, ni recurrimos a lo contencioso-administrativo. Y eso que Negueruela nos las hizo de todos los colores, y ahora Yllanes. Se acercan a nosotros con criterios rígidos y preconcebidos.

—Eran los amos hasta que llegó el juego 'online'.

—Éramos los mayordomos. El "puto amo" que diría Guardiola de Mourinho era el juego público, "niño, ve a buscarme la quiniela". Nos aplastan en penetración y publicidad, espero que Podemos también intente ajustarlo. Hay mucho lobby de multinacionales, nosotros ni contamos.

—La adicción al juego es una redundancia.

—Todo juego es adictivo, en cuanto suple aspectos que fallan en la sociedad. ¿Por qué la gente no va a los conciertos o a los museos? Porque está en las terrazas y grandes superficies.

—Ustedes defienden que no hay tanto ludópata.

—Lo defienden las estadísticas, los datos públicos que señalan 0,7 por mil habitantes. ¿Y hablamos de lotería o de quinielas? Que dé datos la conselleria de Salut. Hablaron de 27 locales entre Son Gotleu y las Columnas, y eran tres.

—¿Cuánto ha de jugar quien gana dos mil euros al mes?

—Un jugador ha de gastarse lo mismo que paga al mes en acceso a internet, a las plataformas de televisión o a las redes sociales.

—El lunes vuelven al tajo en fase 3.

—El sector está preocupado, porque se juega el dinero que la gente tiene. Las disponibilidades en efectivo de su público son pequeñas, han estado jugando con el móvil y hay que recuperarlos. El 40 por ciento del aforo no preocupa, porque nunca se alcanza. Las colas las veo en las administraciones de Lotería.

—¿Cuándo visitó por última vez el casino?

—Fui invitado a la inauguración de Portopí, aunque nuestra asociación se había opuesto a su apertura y al casino del Bingo Balear. Fue el único momento en que llegamos al límite de intervención, con estas cosas no se juega.

—Legalizar la marihuana también pagaría impuestos.

—Son cosas inconmensurables. El tabaco y el alcohol suponen riesgos mucho más duros con la salud que el juego presencial. Otra cosa son los colegios, donde se impone una distancia mínima a los salones pero los alumnos pueden apostar desde un banco junto al colegio con su móvil.

—El virus ahuyenta a los usuarios de su ferrocarril.

—Nunca Mallorca ha sido tan limpia, ornitológicamente audible y consciente de que el coche hace daño. Han faltado vagones de refuerzo y, como dicen los turistas, "qué pocos trenes tenéis aquí".

—No me ha aclarado si jugar es un vicio.

—Es un divertimento. Los vicios van en función de las civilizaciones, que los enumeran igual que deciden si hay un dios o varios dioses.

—¿Por qué es tan optimista?

—Va con mi carácter. Creo en la genética, mi padre pintor me dio una versión luminosa de la vida, y mi madre me enseñó a socializar, a lograr que la gente se sienta bien.