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La Covid-19 disparará la morosidad en las comunidades de vecinos

La deuda en Balears antes de la pandemia por el coronavirus ascendía a 41 millones de euros

La Covid-19 disparará la morosidad en las comunidades de vecinos

La crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus disparará todavía más la morosidad en las comunidades de vecinos de Balears. A falta de conocer las crifras de la deuda tras la nueva situación, desde el Colegio de Administradores de Fincas de Balears señalan que la demora en el pago de las cuotas antes de la pandemia ascendía a 41 millones de euros. "Está aumentando la morosidad, pero todavía no tengo cifras", apunta el presidente de los administradores de fincas de la Comunitat autónoma, Pau Bonet. "Pero de aquí a seis meses se producirá un repunte de la morosidad, esto se puede dar por seguro. Hay familias que hacen un esfuerzo tremendo para pagar la hipoteca", añade.

"Esta crisis nos ha cogido a todos por sorpresa, ha sido de hoy para mañana, y las previsiones no son muy optimistas porque tengo muchas dudas de que este verano vengan muchos turistas", comenta Bonet, que, no obstante, cree que de esta crisis se saldrá "más rápido que en la de 2008".

Las fincas tienen que adaptarse a un nuevo mundo en el que hay que priorizar la desinfección de los edificios para evitar contagios. Pero el incremento del gasto aumentará si la comunidad de vecinos dispone de pista de pádel o de tenis. Las que no dispongan de estas instalaciones, e incluso de piscina, sufrirán subidas casi inapreciables.

La piscina es la instalación que se llevará la mayor parte del gasto. El Ministerio de Sanidad de Salvador Illa exige un aforo máximo del 30 por ciento de su capacidad, lo que implicará su uso por turnos. "Esto conllevará la contratación de un controlador o guardia de seguridad para vigilar los accesos", afirma Bonet, y algunas comunidades no podrán abrir porque un controlador en una comunidad de cien pisos puede suponer hasta 8.000 euros por tres meses. Existe otra posibilidad, que es la del control de entrada por sistema electrónico. "Estamos probando en una comunidad y más de uno verá un nicho de negocio en esta situación", comenta.

Hacerlo bien

"Yo ya sé de dos comunidades de vecinos que no abrirán las piscinas", asegura Bonet, que tiene clara una cosa: "O lo hacemos bien o no lo hacemos. ¿Quién quiere correr el riesgo si hay contago? Mi consejo es que no asuman el riesgo, hablamos de un tema de salud", señala.

Los que no puedan o quieran asumir este gasto "lo controlarán entre ellos. Luego que cada uno haga lo que quiera, pero con responsabilidad", añade el presidente de los administradores, que ha pedido a Sanidad "que dé instrucciones claras del uso de piscinas comunitarias para saber a qué atenernos".

Algunas de las normas que se deben cumplir son las de limpiar las hamacas cada vez que se emplean, clausurar las duchas para evitar contagios o la ocupación de cuatro metros cuadrados por persona y separaciones con cintas en el suelo.

Ante la imposibilidad de que la junta de propietarios se pueda reunir al superar la quincena de personas, el Colegio de Administradores de Fincas ha enviado una normativa a las comunidades de vecinos por la que cada una decidirá si abren las piscinas o no en las próximas semanas. "Pero no debería ser de esta manera", se queja Bonet.

En cuanto a la Inspección Técnica de Edificios (ITE), con Balears en la fase 2 se empiezan a poner en marcha, aunque en la fase 1 ya se podía si no había interacción entre operarios y vecinos. Las obras de calado que se llevan a cabo han de cumplir las normativas de seguridad exigidas, con la obligada separación entre los trabajadores.

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