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Opinión

El turismo es costa de dos

El turismo es costa de dos

La cita más pertinente para periodistas, publicistas y mercadotécnicos que presumen de su influencia está en Macbeth:

-Cualquiera puede invocar a los espíritus, la pregunta es ¿te responden?

De Sánchez a Armengol, de Ryanair a TUI, centenares de luminarias tocan a rebato el comienzo de la temporada veraniega mallorquina, así que solo queda averiguar si cinco millones de turistas van a obedecerles con inmunidad de rebaño. En efecto, hay que conformarse con la tercera parte de la dosis anual de referencia.

Ni siquiera están garantizados los turistas que habían confirmado antes de ser confinados. La ministra del Interior británica, Priti Patel, amenazaba el pasado viernes con perseguir policialmente a domicilio a sus compatriotas regresados de Mallorca, para asegurarse de que cumplían con la cuarentena. En caso contrario, mil euros de multa. Por fortuna, la prensa inglesa piensa que es una batalla perdida.

El entendimiento ha desaparecido de la política en su acepción racional, pero Sánchez no explica mal lo que ha entendido antes. Al margen de su entusiasmo promocional del sábado, hasta el presidente mesetario ha alcanzado a comprender que el turismo es cosa y costa de dos.

Sin ir más lejos, la mayor concentración hotelera del planeta, también llamada Playa de Palma, se adentraba ayer en la fase 2. El balance es muy sencillo. Número de hoteles abiertos: cero. Número de turistas: cero. Número de euros: cero. En esta economía con muchos ceros, dos no se benefician del turismo si uno no quiere. Aunque lo invoquen.

(De ahora en adelante no se dará pábulo a ningún comentario voluntarista, del estilo de "las terrazas están llenas". Máxime porque un veterano restaurador de Calvià confiesa que "el año pasado recaudaba más con una mesa en un día, que con toda la terraza del bar en la primera semana de desescalada".)

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