Hay lugares laicos que también tienen su liturgia. Como los bares. Sitios con sus códigos no escritos y una atmósfera propia. Ambiente cargado, servilletas de papel estrujadas en el suelo, el compadreo casi físico con el cliente de al lado -codo con codo-, mesas donde se rastrea la presencia de inquilinos anteriores, barras donde la gente se acoda para beber y contar su vida... Todo eso se acabó. En la denominada nueva normalidad, el ambiente está aireado, las mesas relucientes, el cliente de al lado está más lejos y las barras están vacías y con una limpieza propia de quirófano.

Ésta es la conclusión que se extrae haciendo un recorrido por bares y restaurantes que abrieron su espacio interior este lunes en Mallorca, con motivo de la entrada en vigor de la fase dos de la desescalada, que también ha implicado la apertura de grandes centros comerciales, museos, cines y teatros, con aforo reducido evidentemente.

En algunos de estos locales, a primera hora, ya se presentaban los parroquianos habituales, que habían estado huérfanos de su sitio preferido de café matinal. Como en el Bar Tony del centro de Palma. "Han venido los clientes habituales y estamos contentos de que la gente ha respondido bien, aunque está claro que no se puede comparar con la situación anterior", explica Joan, que es el propietario del local junto a su mujer, Conchi.

El nuevo manual de instrucciones para estos establecimientos pasa por ofrecer gel desinfectante a los clientes, mantener el aforo al 50%, servir con mascarilla y guantes, limpiar la mesa y las sillas después de cada servicio al cliente y mantener la barra libre, sin servicio. En una de esas barras, se (re)estrenaban este lunes Álex y su padre, propietario del Bar Plata de Palma. Mientras prepara unos cafés, detalla cómo han quitado mesas para garantizar la distancia social de dos metros y cuenta cómo se han mantenido en contacto con los clientes habituales en estos meses de confinamiento.

Si hay un elemento característico de bares y restaurantes, es la carta, a veces de papel, otras veces recubierta de plástico, que hasta hace unos meses pasaba de mano en mano sin ningún tipo de problema. En algunos sitios, eso también se acabó. En Sa Trobada, sus propietarios, Antònia Maimó y Rafael Montero, cuentan cómo han puesto un sistema de códigos QR en cada mesa para que el cliente pueda consultar el menú en su móvil.

"Hemos quitado cinco mesas para garantizar los dos metros de separación y hemos habilitado una puerta de entrada y otra de salida al establecimiento. A los clientes les pedimos que se laven las manos antes de entrar y nosotros estamos también todo el tiempo con el gel desinfectante limpiándolo todo", relatan.

En el ritual del restaurante, había otro gran clásico: ese mantel de tela, que le daba un toque casero a la ceremonia del comer. También han desaparecido de la escena. "Los hemos quitado y los hemos puesto de papel. Después de cada servicio, limpiamos las mesas y las sillas. Incluso estamos pensando en poner un sistema con una tarjeta roja y verde en cada mesa, para que así el cliente sepa si ya puede sentarse o todavía no", cuentan Eva y Pepe, dueños del restaurante Casa Julio de Palma.

Antes de la reapertura, vino una empresa especializada en desinfección para poner a punto el local, agregan Eva y Pepe, quienes lamentan que les hayan prohibido tener una pequeña terraza en estos tiempos en que, en otras zonas de Palma, se apuesta por la flexibilidad de la normativa.

Uno 'templo' del 'pa amb oli' en Palma, el Bar Cabrera Bis, también ha echado a funcionar en el interior después de haber comenzado con el servicio de terraza en la fase uno. "Hasta la fase uno, hicimos servicio a domicilio y, después, funcionamos con la terraza. La gente lo echaba de menos. La gente nos dijo que valoraba que nosotros respetábamos la distancia. Incluso vino la Policía Nacional y nos dijo: 'Chapeau, lleváis mascarillas y guardáis las distancias", manifiesta Toni Cabrera, que lleva el negocio junto a su padre.

Mientras, en Son Servera, a las 5 de la madrugada, reabría el Bar Molí. Hasta ahora no lo había hecho porque tiene una terraza muy pequeña y no le salía rentable abrir. Pero hoy los clientes ya de buena mañana esperaban para poder tomarse el primer café en el emblemático bar serverí. Sebastián Bauzà manifiesta que la clientela se ha comportado con la medidas de seguridad y ha aprovechado la primeras horas de la apertura para tomarse un café antes de partir al trabajo.

Grandes superficies

“Venía al principio con cautela, por lo de las colas, las mascarillas... Pero después ha ido bien”, aseguraba ayer una cliente de una gran superficie, en el día del estreno de estos establecimientos. Los clientes se encontraron con una nueva realidad, en la que tenían que ir con mascarilla y respetar la separación. Incluso, algunos centros comerciales como el Mallorca Fan facilitan en la web información sobre el nivel de aforo en cada momento. Los protocolos de seguridad se aplican especialmente en las prendas de ropa, que, como explican en El Corte Inglés, son sometidas a una profunda desinfección cada vez que un cliente se las prueba .

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