Ralf Ludwig habla en voz baja, es amigable, escucha. Por teléfono, el abogado de Leipzig da una impresión muy diferente que en los videos de él que decenas de miles de personas están viendo en estos días. Falta la mirada del energúmeno, aunque, por supuesto, ésta también podría ser un efecto de las cámaras web.

El hombre que fundó el movimiento 'Resistencia 2020' junto con el médico Bodo Schiffmann y la empresaria Victoria Hamm, ya retirada de este naciente partido político, vive a caballo entre Mallorca y Alemania. En 2018 se mudó a Palma con su pareja y la hija en común. La pareja acabó separándose y Ludwig ha estado viajando entre Palma y Leipzig al menos una vez al mes desde finales de 2018. En Mallorca vive en un piso compartido en Biniamar y trabaja desde un espacio de cotrabajo en Son Castelló.

La hija, que ahora tiene nueve años, va a una escuela de pedagogía alternativa. Es la misma escuela a la que el primer paciente con Covid-19 de Balears envía a sus hijos, un británico que ya había contraído el virus durante unas vacaciones de esquí en los Alpes en enero. Ludwig, de 47 años, dice que es amigo suyo y que habló con él el día después de su llegada de los Alpes, así como al día siguiente. "Nos saludamos con un abrazo, como solía ser habitual en España". El curso de la enfermedad en el británico fue leve, no contagió a su familia. Tampoco Ludwig tenía de qué preocuparse mientras no tuviera síntomas, según le dijeron cuando llamó al 061.

El 13 de marzo, se enteró del inminente estado de alarma anunciado por el presidente español, Pedro Sánchez, mientras leía la prensa en un café de s'Arenal. Ralf Ludwig se quedó en Mallorca, y comenzó a averiguar más sobre el coronavirus. Una amiga de Esporles llamó su atención sobre las controvertidas tesis del doctor alemán Wolfgang Wodarg quien ya en aquellos días consideraba exagerada la alarma causada por el Covid-19. Aunque escéptico al principio, Ludwig encontró plausibles gran parte de sus argumentos.

Desde Biniamar, comenzó a discutir con sus seguidores en Facebook. Como abogado, Ralf Ludwig está especializado en litigios para obligar a la administración pública a conceder una plaza en una escoleta pública. Ahora, era el coronavirus que captaba su atención. El 19 de marzo publicó un primer escrito ya más fundamentado en la red social: "Nuestras libertades están cada vez más restringidas. Para mí, como abogado, cada intervención estatal siempre está sujeta al principio de proporcionalidad", sostenía. Era, a la vez, un llamamiento a abrir un "debate sobre la pandemia basado en hechos". Un poco más tarde, Ludwig fundó su propio grupo en Facebook y lo llamó "La pandemia del coronavirus hoy libra". Tiene ya más de 31.000 miembros.

Ludwig, que nació en Osterode, en las montañas del Harz, y se formó como abogado en Gotinga, se involucró cada vez más en el tema. Los algoritmos de las redes sociales lo unieron con otros coronaescépticos, como la empresaria Victoria Hamm de Hannover. En abril, a través de las recomendaciones de sus seguidores, se produjo el contacto con Bodo Schiffmann. El médico otorrinolaringólogo de Sinsheim en Baden-Württemberg llevaba desde marzo cuestionando las tesis del conocido epidemiólogo Christian Drosten y las medidas tomadas por el Gobierno alemán. Juntos fundaron el movimiento 'Resistencia 2020'. Entre otras cosas, Ludwig fue noticia con la propuesta de que en futuras situaciones de emergencia se debería constituir, junto al Bundestag, un "parlamento de emergencia" con "ciudadanos responsables". En abril, un recurso suyo ante la Corte Constitucional obligó a las autoridades a permitir una manifestación de euroescépticos en Stuttgart con miles de participantes. Desde entonces, esta protesta tiene lugar todos los sábados. El fin de semana pasado, Ludwig pronunció allí un discurso.

El 29 de marzo regresó a Alemania desde Mallorca. "En realidad pensé que solo podía hacer algo por España si volvía a Alemania", dijo. Desde entonces no ha podido ver a su hija debido al cierre de las fronteras. "Una violación de la Convención Europea de Derechos Humanos", sostiene.

Su argumentación gira en torno a la tesis de que las medidas adoptadas por el Gobierno alemán son desproporcionadas. El "innegable" aumento de la mortalidad podría tener también otros "origenes" distintos a Covid-19 "que aún se conocerán", dice. Distingue, por ejemplo, entre morir con el coronavirus o por el coronavirus. "Yo no soy médico, pero tardaremos en averiguar lo que realmente ha pasado", dice. Ello, según él, vale también para España, "donde algún día sabremos cuántos se han muerto en relación con el coronavirus y cuántos por las medidas que se han adoptado". Su argumentario de relativización recorre el amplio mundo de los aspectos de la pandemia, desde la estrategia más liberal seguida por Suecia, pasando por la privatización de las residencias de mayores en España, hasta llegar a la alta mortalidad entre la población desfavorecida en Nueva York y, por supuesto, los muchos muertos que suele dejar también la gripe común. Todo ello sumado, dice, desde muy temprano le dejó una "sensación": "La sensación de que las causas son otras y que los políticos, también en España, adoptaron estas duras medidas por miedo y ahora ya no encuentran la salida."

Incluso si algún día se llegase a probar que la gente realmente murió de Covid-19, ello no hubiera justificado la suspensión de los derechos fundamentales, sostiene el abogado. Es una postura casi libertaria, contraria a cualquier intervención estatal: "Yo creo en la libertad y en que la gente puede actuar de manera responsable. En una pandemia, el Estado ha de encontrar soluciones junto a los ciudadanos y no imponer decretos, castigos y multas. Es también cuestión de confiar en la gente."

En menos de un mes, la "inteligencia de enjambre" que él mismo invoca lo ha llevado a ser uno de los líderes de un movimiento que en un tercio se compone de ciudadanos preocupados, en otro de esotéricos y teóricos de la conspiración, y en el último de extremistas de izquierdas y de derechas y hooligans de fútbol, según una evaluación de la policía de Stuttgart citada por la Frankfurter Allgemeine Zeitung. "Nosotros asumimos que la gente pueda tener opiniones distintas. O tenemos relevancia o no la tenemos", sostiene Ludwig. "¿Por qué alguien no ha de pensar que Bill Gates es un idiota? ¡Dejémoslo estar!". Por lo demás, según el abogado, los estatutos de 'Resistencia 2020' rechazan cualquier forma de "racismo, sexismo, fascismo, totalitarismo" y comprometen a los afiliados, supuestamente ya más de 100.000, a un "trato cariñoso y respetuoso" entre ellos.

Ludwig afirma que no aspira a una carrera política, que solo quiere ayudar a construir desde el "centro de la sociedad" este movimiento democrático de base y "construir puentes". Uno no sabe si creerle. "Mi objetivo personal es otro", dice. "Quiero volver a ver a mi hija". Y luego invoca una quizás incluso demasiado pulida imagen retórica: su "estrella del norte" es una determinada roca en Ciutat Jardí, en la que a menudo se sienta, medita y mira el mar durante horas. "Me bajaron de allí, ya no se me permitía hacer eso, y por eso me fui a Alemania para ayudar a impulsar un cambio en la sociedad", dice. "Pero mi objetivo es volver a esta roca".

Cuestión de confianza

Ralf Ludwig, que vive a caballo entre Biniamar y Leipzig, se considera un amante de la libertad, y por eso se muestra contrario, y más durante la pandemia que ha asolado el planeta desde principios de año, a que los Estados imponga decretos, castigos y multas". Este abogado alemán de 47 años reclama "confiar en la gente" ante la capacidad de los gobernantes. Crítico con los políticos españoles y de su país, cree que adoptaron las drásticas medidas de confinamiento "por miedo". Precisamente, este cierre de fronteras que tanto critica le ha impedido ver a su hija desde que regresó a su país el pasado 29 de marzo.