Balears está en la fase 1. Y Formentera ya en la fase 2. Las islas se cerraron por mar y aire hace unos meses y todo ello favoreció un control de la pandemia, junto a la responsabilidad y buen hacer, en general, de la ciudadanía. Los centros sanitarios han trabajado bien en estos tiempos difíciles y ello ha permitido que las UCIs, en Balears por ejemplo, no se hayan saturado, elemento clave para una buena gestión de la pandemia de la covid-19.

A partir de ahora se abren caminos para seguir en el proceso de desescalada de la mejor forma. Y más teniendo en cuenta la baja prevalencia del virus en Balears, lo que nos dice que el número de personas susceptibles de tener la covid-19 es muy alto.

Ante ello, es necesario definir qué criterios concretos deben ser tenidos en cuenta para autorizar la transición a la fase 2, que será tenida en cuenta antes del 25 de mayo. Si no se pone claridad y trasparencia en el proceso, las dudas van a aumentar y ello afecta a la credibilidad de las decisiones que se vayan tomando. Necesitamos una puesta a punto rotunda e incontrovertible. Y eso exige una información clara y concreta que genere confianza en las decisiones que se tomen.

La salud y la seguridad sanitaria son los aspectos clave para tomar las decisiones sobre el pase de fases. Si baja la mortalidad, como está sucediendo, si bajan los ratios de uso de la UCIs, estaremos en mejor disposición para mejorar y pasar de fase. Y necesitamos tener los criterios que nos den el apunte del posible riesgo de que se produzca un repunte de casos. Para ello también tiene que montarse una buena red entre atención primaria y salud pública de búsqueda de contactos, que no puede hacerse solo con algunas (pocas en mi opinión) enfermeras de familia.

Es fundamental para ello que todas las CCAA tengan la capacidad para rastrear, testar y en su caso aislar los contactos de los nuevos casos que inicialmente podría situarse en 1 persona dedicada a ello por cada 5.000 habitantes, así como capacidad de hacer pruebas de PCR a todos los casos sospechosos y los contactos. Así iríamos mejor. Y en eso Balears, como prácticamente todas las CCAA, necesita mejorar. Porque asignar a la Atención Primaria el estudio de los casos y rastreo de los contactos sin dotarlo de personal a dedicación completa para ello, sin coordinar con Medicina Preventiva, Salud Laboral y Epidemiología, sin proporcionar una herramienta tecnológica que transfiera los estudios a Salud Pública y evite la duplicación de estudios y sin formación de formadores desde Epidemiología, es un error. Es decir, no se puede hacer con formularios, con los recursos existentes y esperando que se coordinen solos. El estudio de los casos y rastreo de contactos es una intervención de salud pública. Se puede y se debe hacer en y con Atención Primaria, es más, ésta debe encabezar su ejecución, con coordinación de los casos en el ámbito laboral, social, sociosanitario y sanitario.

Ello, en definitiva, necesita tres palabras con P: Paciencia, Prudencia y Parsimonia. Paciencia o capacidad de padecer algo sin alterarse y de saber esperar cuando algo se desea mucho. Prudencia o cautela, moderación, sensatez y buen juicio. Y Parsimonia o sosiego en el modo de obrar; templanza.

A ello es necesario añadir Solidaridad, o adhesión a la causa de otros y Humildad o conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.

Merece la pena que entre Gobierno, Sociedades Científicas y Comunidades Autónomas, tener unos indicadores concretos, definir umbrales y poner encima de la mesa criterios explícitos de aplicación, para ayudar a que tengamos las mayores garantías de seguridad de todo el proceso.

El proceso de avance tiene que ayudar a romper la cadena de transmisión a pesar de que aumente la interacción entre personas, así como la movilidad producida por el inicio del desconfinamiento, y disminuir el número de casos que requieren uso de los hospitales. Ante ello, es importante que la disminución del número de nuevos casos notificados incidencia acumulada y la capacidad de identificar y tratar estos nuevos casos, así como de rastrear, testar y, en su caso, aislar a los contactos sea una realidad, para poder anticipar, intervenir de forma rápida y frenar cualquier rebrote puntual que pudiera producirse.

Junto a ello, definir si hay que frenar o revertir la transición hecha a la fase 1 en algún territorio, en caso de repunte, es fundamental para garantizar la salud y la seguridad sanitaria.

Las fases de este proceso de desconfinamiento tiene importantes implicaciones políticas, sociales y económicas. El pase de fase es algo que agradecen comercio, turismo, restauración, trabajadores y ciudadanía en general. Siempre con salud y con seguridad. Poco a poco. Paso a paso. Siempre con la salud por delante.