Saben que deben renunciar a juegos de abrazos o tirarse unos encima de otros, que tienen que olvidarse de los campus con 200 niños juntos en un polideportivo, que es necesario crear grupos de convivencia por edades, siempre los mismos, y escalonar el horario de entrada a los recintos para que no coincidan cientos de padres y madres en la puerta. Sin embargo, las esperadas escuelas de verano sí podrán organizar actividades físicas, artesanales y culturales. Están empezando a prepararlas por su cuenta los responsables y monitores del medio centenar de entidades existentes en Balears que se dedican a escoles d'estiu, campamentos y ocio educativo, pero "las medidas comunes para la infancia son las últimas en las que piensa la administración, por lo que continuamos con un mar de incertezas", destaca el director de Espiral, Xavier Torrens.

Algunas tan sencillas como: "¿habrá una caja de tijeras para las manualidades y se desinfectarán luego o cada niño tendrá unas?" La higiene de manos constante con gel hidroalcohólico está clara, aunque no tanto si los pequeños deberán llevar mascarilla, según han decretado en Cataluña, así como una serie de medidas que a Torrens le parecen excesivas. Hay muchas preguntas en el aire a las que aún no han dado respuesta en las islas y por ello casi 50 entidades han firmado un manifiesto con un listado de peticiones.

La llamada distancia social es lo más importante para evitar la propagación del virus, de ahí que reclamen a las administraciones (Govern, Consells y consistorios) que abran más equipamientos, ya sean públicos o concertados, con el fin de "contar con suficientes espacios que otorguen garantías de seguridad para desarrollar las actividades, tanto para los niños como para los equipos" de dichas entidades. También solicitan el refuerzo de la desinfección de las infraestructuras, dando recursos materiales y humanos para poder hacerlo; y facilitar la división de los espacios cercanos por motivos sanitarios, pero permitiendo que sigan con un único responsable, una situación que no contempla la normativa de actividades de ocio infantil y juvenil.

Una mención aparte merece la petición de destinar más "becas y recursos de acceso a menores en situación de vulnerabilidad para asistir a las actividades de tiempo libre socioeducativas", ya que las entidades han detectado estos meses "un aumento considerable de las familias vulnerables, sobre todo por la incertidumbre laboral, la falta de recursos económicos y el aislamiento tecnológico, especialmente en aquellas que tenían antecedentes de riesgo". Este tipo de asociaciones tienen un vínculo muy cercano con los niños de los barrios y pueblos de toda la isla, y es la primera vez que se unen para reivindicar que en 2020 el verano siga ofreciendo una alternativa a los más pequeños, aunque sea con la necesaria distancia social.

Campamentos

Cuando antes cabían seis en una tienda de campaña, ahora solo podrán estar dos o tres. Es un ejemplo de los muchos cambios que tendrán que afrontar las entidades organizadoras de los clásicos campamentos de verano. Este es un año de "continuas medidas excepcionales, por lo que también tienen que aprobarse excepciones al pensar en la infancia", tal como afirma Xavier Torrens, uno de los portavoces de las asociaciones que firman el manifiesto.

En él proponen, entre otras actuaciones "facilitar acuerdos con establecimientos hoteleros u otros que no abrirán, debido a la situación actual", para tener sitios en los que hacer campamentos. Señalan que "es una realidad la grave falta de este tipo de instalaciones o lugares, que muy probablemente verán reducida su capacidad", de ahí la alternativa.

Otra opción son las playas. Para ello las entidades deben negociar con Demarcación de Costas y no se descarta, pero lo ven más difícil.